Enrique Soto (Linares, 1950) recibirá este viernes, 24 de febrero, –en vida– el homenaje del mundo del flamenco. Será, a partir de las ocho y media de la tarde, en el Teatro Cervantes.
Del cantaor se han escrito ríos de tinta en las últimas semanas. De su dimensión artística y de su leyenda encima de los escenarios. Es uno de los grandes del arte jondo jiennense. Así lo constata su extensa carrera, en la que ha dejado su impronta y su sello personal en cada una de sus actuaciones.
Ha cantado con todas las figuras del firmamento, Camarón, Enrique Morente, Lebrijano… Pero lo que más destaca de su trayectoria es su bondad y humildad a la hora de interpretar los cantes, desde la taranta hasta las bulerías o los fandangos.
No hay peña de la provincia y del resto de Andalucía que no haya disfrutado con él, y siempre ha estado cuando se le ha necesitado. Ahora, la ciudad que le vio nacer quiere devolverle todo el cariño y respeto que se ha ganado a lo largo de tantos años.
Actuó, por primera vez, con cuatro años en el programa “Radio Alegría”, de Radio Linares, en el que ganó diversos premios. En la antigua “Feria de los Burros”, vendía agua fresca y cantaba. Allí descubrió que podía dedicarse al mundo del flamenco.
Joaquín Reyes, “El Zopo”, y Enrique Tirado fueron algunos de los artistas, junto con el gerente del Teatro Olimpia, Rafael Maldonado, que ayudaron al joven a dar sus primeros pasos. En los bares mineros, comenzó a templar su garganta hasta que, a partir de los quince años, empezó a participar en diversos festivales con éxitos rotundos.
Su buena fama hizo que participase en programas televisivos, como “Gente Joven” y “Estudio Abierto”, espacio presentado por José María Íñigo.
El arte corre por sus venas hasta tal punto de que también fue un novillero precoz y un banderillero de quilates. Ha estado a las órdenes de matadores como José Fuentes, Curro Díaz, Enrique Ponce, Paco Bautista, Lázaro Carmona, Palomo Linares y David Gil. Una cornada en Barcelona le obligó a retirarse del mundo del toreo en 1996.