Todos los deportes de equipo valen para hacer una analogía con la vida misma. El fin es el mismo —conseguir buenos resultados— y los ingredientes para lograrlo, prácticamente también —talento, liderazgo, compañerismo, empatía o esfuerzo—. Quizá el rugby sea la práctica que mejores ejemplos ofrece para ilustrar esas similitudes.
Prueba de ello fue la jornada de convivencia que celebraron el Íberos Linares y el Mezquita Córdoba en el complejo deportivo de La Garza. Hubo prácticamente de todo. Tiempo para clases tácticas, entrenamientos conjuntos, partidos, comida, merienda y deportes alternativos, como la escalada y una gymkhana por el parque, en un paraje rodeado de naturaleza.
El día fue de lo más completo y participaron los jugadores de cantera de ambos equipos que estuvieron acompañados por sus respectivas familias. En cierto modo, demostró, una vez más, que el rugby sirve para unir y que está lejos de los prejuicios hacia un deporte cuya imagen general está muy ligada al contacto y las lesiones.
Sin embargo, la realidad es que está más ligado a la capacidad insuflar confianza y respeto entre los propios jugadores que a otra cosa. De hecho, el club Mezquita agradeció al Íberos su acogida. «Nuestros chicos y chicas regresaron a Córdoba con una gran sonrisa y deseando regresar y volver a unirse con sus amigos de Linares», apuntan en sus redes sociales.