La llegada del mes de mayo a Linares va acompañada cada primavera de una popular fiesta que, pese a que parecía haber dejado de lado hace algunos años su carácter tradicional, se multiplica desde hoy y hasta el domingo con numerosas cruces repartidas por la ciudad y la Estación Linares-Baeza. Todas ellas llenan de color y vida calles, plazas, patios, escaparates y centros escolares.
Atrás queda la pandemia y alguna que otra polémica motivadas por el hecho de que la fiesta parecería ser sinónimo de consumo incontrolado de alcohol. En la actualidad, las Cruces de Mayo han tratado de recuperar su génesis popular como expresión del buen hacer artístico de las cofradías, vecinos, comerciantes y asociaciones.
Son precisamente los colectivos -especialmente las hermandades-, apoyados por el Ayuntamiento y empresas colaboradoras, los que cada año han logrado proteger la esencia de una festividad que continúa atrayendo a cientos de personas y que mantiene vivas no pocas curiosidades.
Alrededor de cada cruz, habitualmente decorada con centenares de flores y decenas de macetas, se monta un verdadero altar engalanado con cacharros de cerámica, mantones y otros textiles, peroles de cobre y un elemento que, a priori, puede resultar incomprensible: unas tijeras abiertas y clavadas sobre un pero (manzana).
Este 2023, casi una veintena de cruces participan en el concurso, a las que se suman otras muchas elaboradas por distintos colectivos. El cartel de las fiestas ha sido diseñado por Alberto Olea, y, en materia de seguridad, la Policía Local ha reforzado el dispositivo para evitar cualquier tipo de incidente.
También en la Estación Linares-Baeza podemos disfrutar de esta festividad que celebra la explosión primaveral de vida tras el invierno y que combina lo religioso con lo pagano. Así, cofradías como la Borriquilla o el Nazareno de la Entidad Local Autónoma montan cruces o pasito de mayo que van parejos a otras actividades.