Todavía no ha amanecido. La luna ilumina a los últimos rezagados que abandonan la Feria de San Agustín con destino a sus casas o en busca de cualquier establecimiento abierto para desayunar, principalmente churros, como manda la tradición.
En el camino se cruzan con las cuadrillas de operarios del servicio municipal de limpieza que se dirigen al recinto ferial para comenzar una intensa jornada laboral.
De ellos depende que todo esté en perfecto estado de revista antes de que regrese la actividad a las casetas, a la zona de atracciones y al Parque Mariana Pineda. Están perfectamente sincronizados y cada uno conoce a la perfección su tarea diaria.
Al contrario que el resto de linarenses en Feria, la mayor parte de su día consiste en «barrer, barrer, barrer y tirar papeleras”, aunque reconocen que esta edición no se está generando tanta suciedad como las anteriores. «La verdad que otros años han sido peores. Este año está tranquilo», sostiene un operario a este periódico. «Lo peor llegará este fin de semana con los conciertos», advierte.
El equipo de trabajo está compuesto por operarios de a pie y conductores de barredoras. El trabajo de unos y otros se complementa con las cuadrillas destinadas a la limpieza viaria del Paseo de Linarejos y de los diferentes distritos que componen la ciudad.
Si algo imploran los trabajadores de Resurja a los ciudadanos en estos días de Feria, es que hagan suyas las calles de la ciudad y las cuiden como si fueran su casa. Para ello, recuerdan el dicho: «No es más limpio quien más limpia, sino quien menos ensucia».
Esta labor tan dura que conlleva tantas horas requiere el máximo respeto. Gracias a ellos, las calles de Linares pueden amanecer cada día con su esplendor de siempre y permiten también que haya una nueva jornada de Feria. Ya que ellos no lo pueden disfrutar, el aplauso debe ser inmenso.
Fotos: Javier Esturillo
