¿Qué gigantes? —preguntó Sancho Panza— cuando don Quijote dijo haber descubierto «treinta o pocos más desaforados gigantes», con quien pensaba «hacer batalla y quitarles a todos las vidas». No eran gigantes, tal y como advertía su fiel escudero, sino molinos de viento.
Si el «caballero de la triste figura» hubiera pasado estos días por los campos de Burgos, se habría caído de Rocinante nada más ver el primer aerogenerador que Ibedrola del parque eólico Buniel, uno de los más potentes de Castilla y León (104 megavatios), y que lleva sello linarense.
En la ciudad minera, la empresa Aemsa Santana se encarga de construir las torres de los 20 aerogeneradores de esta instalación de energía renovable que la compañía monta en los términos burgaleses de Albillos, Arcos de la Llana, Buniel, Cavia, Cayuela, Villagonzalo Pedernales y Villalbilla de Burgos.
Con unas palas de más de 70 metros y una altura del aerogenerador que duplica la de la Catedral burgalesa, este parque generará energía limpia suficiente para abastecer a una población equivalente de 70.000 hogares al año y evitará la emisión a la atmósfera de 39.000 toneladas de CO2 anuales.
Según informa Iberdrola en un comunicado, su construcción conlleva un proceso complejo, con transportes diarios de hasta 76 metros de longitud y grúas de 180 metros de altura para el izado de componentes que superan en algunos casos las 155 toneladas.
La construcción de este parque eólico contará con un importante componente local, pero también «tendrá una visión autonómica». «Las nacelles se han ensamblado en la planta de Siemens Gamesa en Ágreda (Soria) y las multiplicadoras de los aerogeneradores se han fabricado en Lerma (Burgos). Asimismo, distintos proveedores regionales y nacionales se han encargado de producir diferentes componentes, como las torres de los aerogeneradores en Avilés y Linares», apunta Clara Fierro, la directora de proyecto.