El concejal socialista Javier Palacios ha anunciado este jueves durante la sesión plenaria correspondiente a octubre su decisión de abandonar la Corporación Municipal de Linares. Su marcha está motivada principalmente por su candidatura a la Presidencia de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de la ciudad. «Me voy orgulloso y muy agradecido», ha dicho.
Javier Palacios deja su acta de concejal después de cuatro años y medio como servidor público municipal. Periodo en el que ha sido edil en la oposición y en el equipo de Gobierno de PSOE e IU.
Fue, precisamente, los meses previos a la consecución de la moción de censura de la coalición de izquierdas contra el alcalde, Raúl Caro-Accino, cuando Palacios sufrió los peores momentos de su estancia en el Consistorio linarense con un acoso sin precedentes, alentado desde redes sociales, que llegó incluso a la agresión con el lanzamiento de huevos contra su domicilio en presencia de sus dos hijos menores.
Ese ataque que padeció Palacios y otros representantes de su partido vino precedido de acusaciones infundadas por parte del núcleo duro del PP y de Ciudadanos que gobernaban entonces. No en vano, con tal de detener la moción de censura ambos partidos no dudaron en acusar a Javier Palacios y a Daniel Campos -convaleciente por depresión- de supuestos delitos de incompatibilidad que fueron desestimados por la Justicia.
En el caso de Palacios, portavoz socialista, Noelia Justicia y María Teresa López (Ciudadanos), apoyadas por José Luis Roldán (PP), solicitaron medidas cautelares para no celebrar el pleno de la moción de censura por, según los demandantes, haber cobrado a través de la farmacia de la que es propietario, 4.600 euros en seis facturas por la adquisición de diferentes suministros en plena pandemia. Una denuncia que, como se demostraría después, era injustificada.
Pese al acoso y derribo al que lo sometieron miembros del PP y de Ciudadanos, mantuvo siempre un talante dialogante. La política le ha hecho pasar uno de los peores tragos de su vida. Sin embargo, Javier Palacios no guarda rencor ni suelta una mala palabra contra aquellos que asaltaron su casa a huevazo limpio.
Hombre de costumbres sencillas, apasionado de la Semana Santa linarense, su botica en la calle Miguel de Unamuno, a unos pasos de la Carretera de Pozo Ancho, da empleo a una decena de personas. Tiene vocación de servidor público, que seguirá ejerciendo desde la esfera privada.