El 21 de junio de 2016 Jesús Medina accedía a la presidencia del Linares después de obtener el respaldo de los socios. Con el reclamo de profesionalizar el club y reconducir su situación económica, el joven empresario linarense sustituía en el cargo a Pedro Sáez, que había logrado el retorno a Segunda B y mantener el equipo en la categoría.
Lo primero que hizo fue prescindir de Antonio José García, ‘Torres’, en el banquillo y apostar por un viejo conocido de la afición azulilla, Miguel Rivera. Fue un curso que comenzó con una tragedia, el repentino fallecimiento de Fran Carles, y acabó con el equipo en Tercera, después de perder la promoción de descenso ante el Burgos. En ese periodo, Rivera fue despedido, le sustituyó Alberto Lasarte, y completó la temporada Juan Ferrando, quien, a pesar de sus esfuerzos, no pudo salvar al colectivo.
Jesús Medina apostó para el retorno a Tercera por un técnico Joseba Aguado, que llegó avalado por sus buenos años en el filial del Granada. Sin embargo, su contratación fue un auténtico fiasco. El Linares iba de mal en peor hasta que en noviembre de 2017 fue destituido, con el equipo en la mitad de la tabla y lejos de los puestos de cabeza. Ocupó su puesto de manera interina su segundo, Francisco Pérez Pérez, ‘Chico’, hasta la contratación de Jaime Molina, con la que el conjunto azulillo experimentó una notable mejoría. Tanto fue así que se pensó incluso en el play off de ascenso. Finalmente, no fue posible.
Molina no renovó y la directiva pensó en Juan Arsenal, en el entrenador de moda de la provincia tras su salto de categoría con el Atlético Mancha Real a la División de Bronce. El manchego disputó dos promociones de ascenso. En la primera se quedó a solo unos minutos de lograr la gloria en el campo de La Nucía. En la segunda, perdió contra el Real Jaén esa posibilidad, pero, al quedar campeón del Grupo IX de Tercera División, y debido a la pandemia, el Linares volvía a la Segunda B por decisión federativa.
Le tocó el turno al entrenador que más ha durado con Jesús Medina, eso sí en dos etapas y en un ida y vuelta a veces incomprensible. Se trata de Alberto González, con el que el Linares recuperó su estatus en el fútbol nacional. La primera estancia fue brillante, con el campeonato de Segunda B y el play off en Badajoz, en el que fue eliminado en semifinales por el Amorebieta.
Sus buenos números con el cuadro azulillo hicieron que Alberto González tomara la decisión de marcharse en busca de mejor suerte. Su sustituto fue Alejandro Sandroni, un técnico avalado por sus éxitos con el Yeclano. Duró poco. En concreto cuatro jornadas. Fue despedido un viernes y ese mismo día se anunciaba la vuelta de Alberto González, que prolongaría hasta el pasado verano, cuando firmó por el Betis Deportivo.
El club se puso a buscar su recambio. Contactó con varios entrenadores e incluso llegó a un acuerdo con Manolo González, de la Peña Deportiva de Santa Eulalia. Cuando parecía que todo estaba hecho, el preparador lucense achacó problemas personales para romper el pacto y, días después, se marchaba al Espanyol B.
Entonces, Medina recurrió a un técnico sin experiencia en la categoría y desconocido para la afición, Óscar Fernández. El valenciano ha estado al frente del plantel 13 jornadas, aunque han sido las últimas cinco les que le han condenado. De momento, y hasta que se encuentre a su sucesor, su ayudante, Pedro Bolaños, se sentará en el banquillo de Linarejos.
Hay que apostar por la cantera …crear una infraestructura en condiciones bien coordinada y hacer como la gran cantidad de equipos…un fútbol de base que de buenos frutos de la tierra …cuidar y trabajar con gente que le guste su trabajo…generando buenos futbolistas…