La zona para un aficionado a baloncesto es una parte concreta de la cancha de juego. Para los jóvenes y no tan jóvenes es una concentración de bares situados en una o varias calles. A lo largo de la historia, ha habido varios puntos neurálgicos del ocio diurno y nocturno en Linares. Quizá el más conocido fue la ubicado en el triángulo formado por las calles Doctor Fleming, Marqués y Pontón.
Allí, tenían cobijo locales de todo pelaje, como Sidecar, Tomate, B-52, Alquivira, Rockata, Papaya o Marqués (único superviviente de aquella época), por citar solo a algunos. Era el lugar más efervescente de los fines de semana linarenses. Sin embargo, la masiva reunión de público amargaba tanto a los vecinos que el Ayuntamiento decidió ir poco a poco desalojándola de garitos. Éstos se desperdigaron por otros rincones, como las calles Carolina, Cervantes o Tetuán…
Desprotegida de aquellas rutas nostálgicas, por el cierre de locales o por los cambios de gustos, en la actualidad, la populosa calle Nueva (Joaquín Ruano) se ha convertido en la zona de ambiente del aperitivo que enlaza con las copas. «Es céntrica, no tienes que moverte mucho, se come de maravilla y está todo a un paso», apunta a este periódico José Luis, linarense residente en Madrid que ha vuelto a casa para pasar las Navidades y se ha reencontrado con los amigos.
La calle Nueva se ha transformado en lugar de peregrinación, sobre todo para la gente de mediana edad. No solo hay buena cerveza y buen vino, sino, además, buena gastronomía, gracias a lo bares que jalonan esta zona peatonal hasta encontrarse con Ventanas, donde se ubican otro selecto grupo de establecimientos.
El recorrido por este singular rincón comienza con el Marsella. El más antiguo del lugar y todo un símbolo del tapeo. Le siguen El Bosques, Anïma (uno de los nuevos en llegar), Pipirrana, Taberna Solera, Entreventanas y a solo unos metros, girando la esquina, dos clásicos: Albero y Lagartijo, a los que se suma Ventanas by Montes.
Y para el café, las copas o los cócteles, según se prefiera, siempre queda por excelencia el Garage Bar Elviris que ofrece música en directo y que se alegra de la llegada de los taberneros. La gran ventaja de esta calle es que tiene las dimensiones correctas: se puede recorrer toda a pie, fácilmente, y parando tranquilamente aquí y allá. Además, para los meses de primavera y verano dispondrá de toldos que colocará el Ayuntamiento, lo que hará más acogedora la estancia.
Y para las personas que tienen su residencia que? El ruido y el alboroto que hay estos bares de ocio. tendrían que estar en lugares donde no molestasen a los residentes