En el momento más inoportuno, y cuando el calendario le ofrecía un respiro antes de afrontar la empinada cuesta de abril, el Linares se ha atascado. Con solo cinco puntos de los últimos quince posibles, con una derrota en el tiempo de prolongación frente al Antequera y con la grada que echa humo contra el entrenador, el equipo azulillo tiene por delante cuatro jornadas que marcarán definitivamente su destino en la categoría.
El problema es que tres de esos partidos son ante clubes que se están jugando el ascenso y que, obviamente, por potencial, son claramente favoritos. Y empezará mayo recibiendo al Atlético de Madrid B, probablemente, ya salvado para esa fecha, pero que es igual o más peligroso al tratarse de un filial.
En resumidas cuentas, el Linares, salvo milagro, está condenado a acabar con sus huesos en Segunda Federación después de un despropósito tras otro, desde la confección de la plantilla y hasta la elección de entrenadores. Ni Óscar Fernández, ni David Campaña ha dado la talla en una categoría que, visto lo visto, les viene, a día de hoy, muy grande.
Sólo han transcurrido once jornadas del mercado de invierno y es preocupante que futbolistas que están llamados a llevar el peso del juego hayan bajado enteros en su rendimiento, ya sea por problemas físicos o porque se han adaptado al esquema del preparador marbellí. Pero lo cierto es que el Linares desprende una sensaciones negativas que invitan poco al optimismo.
Si ante Real Murcia, Algeciras, Melilla, Málaga y Antequera sólo ha sumado 5 puntos, ahora no tienen más remedio que apretar el acelerador en campos difíciles donde esperan teóricos muy superiores: primero el Alfonso Murube y luego el Nuevo Colombino con el Castellón (líder intratable del Grupo II de Primera Federación) en medio. Se trata de tres partidos que pueden lanzar hacia la salvación al equipo de Campaña o hundirlo definitivamente en el descenso. Tras este retador trío de encuentros, el Linares recibirá al Atlético de Madrid B.