Doña Bárbara, el sentido del deber

El colegio Colón llora el fallecimiento de su portera, querida por profesores, alumnos, padres y madres, una mujer sencilla y extraordinaria

Por:Javier Esturillo
Imagen de archivo de Bárbara Martos. Foto: Antonio del Arco

La comunidad educativa del colegio Colón de Linares despide a Bárbara Martos Zaragoza, fallecida este 13 de junio a los 92 años de edad, con los honores debidos a una mujer extraordinaria, sencilla, humilde, pequeña de estatura, pero grande de corazón.

La partida de una persona tan entrañable siempre nos estremece y deja vacíos, tristeza y recuerdos, al igual que nos invita de manera inequívoca a transitar por los momentos vividos para evocarlos y, por qué no, fijarlos en la memoria como si se trataran de enseñanzas perennes.

Doña Bárbara era la portera del centro desde principios de la década de los 60. Tomó el relevo de la anterior conserje que se marchó a Barcelona a vivir con su hermana. Colón era su hogar. Allí constituyó un hermoso matrimonio con José Padilla y crio a sus tres hijos: Andrés, Isabel y Manoli.

Cuando ella llegó, el colegio estaba a medio construir. De hecho, sus primeros años los pasó en la zona baja del centro. La cocina estaba fuera de la casa, en el patio, y tomaba agua de un pilón que tenía a dos pasos. Vivía por y para Colón las 24 horas. Era una de los conserjes que aún quedaban con vivienda en el propio recinto escolar, donde vio pasar a decenas de generaciones de linarenses y de otros pueblos cercanos.

Su portería era el centro de reunión de los chiquillos a la hora del recreo. Dispensaba todo tipo de dulces, frutos secos y chucherías que los alumnos devoraban antes de regresar a clase. Detrás de su inolvidable sonrisa escondía también su genio. Pocos se libraron de sus regañinas por correr por los pasillos o no respetar las normas de la dirección.

La memoria se llena de recuerdos venturosos. Qué gozo haber conocido y querido a tan formidable ser humano. Era integralmente buena, sin reverso, nada complicada, no necesitaba recurrir a los engañosos filtros, tan brutalmente sincera como generosa, poseedora de un maravilloso sentido del deber.

También se movía bien en el silencio, en su intención de comprender a los niños y las niñas que tenían algún problema, siempre sabías que estaba ahí. Una buena mujer con un inmenso amor hacia la enseñanza pública y al colegio Colón, cuya comunidad educativa y ampa llora su fallecimiento.

Este sábado, 15 de junio, se celebrará, a las 10:30 horas, la misa en señal de duelo en la parroquia de San Francisco. Descanse en paz Doña Bárbara.

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