Miguel Ángel Rentero Lechuga (Linares, 1971) nació literalmente con un alfil, un caballo, un peón, una dama o una torre debajo del brazo. Su padre, Luis Rentero, lo inició en el mundo del ajedrez tan pronto como pudo. Tenía tres años o así cuando se puso por primera vez delante del tablero. Lógico, en todo caso, teniendo en cuenta de quien es hijo.
Ha tenido la suerte de conocer, entre bambalinas, a algunos de los mejores jugadores de la historia, de verlos de cerca, en directo, analizando las partidas después de la dura batalla librada en el Torneo Internacional Ciudad de Linares, que fundó su progenitor y que la FIDE acaba de reconocer como «el más memorable del mundo».
Miguel Ángel Rentero (Elo 1663), al que coloquialmente se le conoce como Michel, es uno de los 122 ajedrecistas inscritos en el X Campeonato Iberoamericano que comienza este miércoles en el legendario Hotel Aníbal de Linares. Lo afronta con la tranquilidad de «disfrutar del juego» e «intentar ganar una partida».
Para él, el deporte-ciencia es una manera de evadirse del día a día. Le releja e incluso le sirve de terapia. No se lo toma como algo competitivo. De hecho, es frecuente verlo en torneos callejeros o federados. «Lo único que busco es pasármelo bien», insiste.
Pero Michel no es un jugador más. A su faceta como empresario del sector hotelero, que también le viene de familia, se suma su cargo como concejal del equipo de Gobierno del Partido Popular. Es decir, un político en este noble juego. «Me hace mucha ilusión este torneo, porque vienen los mejores de todos los países iberoamericanos. Linares tiene mucha suerte de contar con este campeonato», resalta el edil, quien no tiene favoritos para el triunfo final, aunque avisa de la posible revelación, el argentino Faustino Oro, al que ya le llaman el ‘Messi’ del ajedrez con solo diez años.
Relación universal
La política y el ajedrez está indiscutiblemente relacionados. En el lenguaje parlamentario –por extensión, en el periodístico– se recurre a la expresión «poner en jaque» cuando un político aprieta o acorrala a su adversario. Y si éste se hace fuerte y responde decimos que «se enroca», pues está dispuesto a defenderse, a presentar batalla.
De igual modo, tanto en el ruedo político como en el tablero de blancas y negras se deben tomar decisiones, y no solo a corto, también a medio y largo plazo. El estadista y el ajedrecista persiguen lo mismo: resolver problemas.
El ajedrez ha estado (y está) presente en numerosos momentos de la historia universal, casi siempre como elemento accidental, otras como fuente de inspiración y, en ocasiones, como factor decisivo de la atmósfera intelectual de una época, del llamado espíritu del tiempo. Pero, para Michel, «no es nada más que un juego».