Los coches amanecen con escarcha en los cristales. El frío ha llegado de golpe. Linares despierta después de una noche de lluvia. Es sábado y se ve poca gente en la calle. Un hombre duerme en el interior de un cajero ajeno al bullicio de un grupo de jóvenes que salen de un local de ocio nocturno cercano. Lo acompaña un paraguas, una pequeña maleta y unas mantas.
A solo unos pasos, otra persona descansa en el interior de una entidad financiera. Los bancos son su refugio. «Aquí me siento protegido», comenta a este periódico uno de ellos. No quiere dar su nombre ni los motivos que le han llevado a vivir en la calle. «La vida es así», reflexiona con pocas ganas de conversar.
El número de personas ‘sin hogar’ en Linares «no es tan alto» en comparación con localidades mayores o de similar población. No es un problema cronificado. «Suelen ser personas que están de paso», apunta a este periódico Cristóbal Lupiáñez, presidente local de Cáritas.
Linares, en líneas generales, es una ciudad que cuenta con un buen sistema de protección social. Dispone de un albergue de transeúntes municipal, que «funciona muy bien», del comedor social de Cáritas y del centro de día para personas sin hogar que gestiona Inserta Andalucía, que ha atendido a más de 500 usuarios, en su mayoría hombres de entre 31 y 60 años, desde su puesta en marcha en 2022. Estos recursos se suman a los que prestan otras entidades.
Sin embargo, no oculta una situación «durísima para quien la vive», advierte Cristóbal Lupiáñez. En este línea, deja claro que no se nace siendo un ‘sin techo’ sino que se debe a un proceso de deterioro de la situación personal, en el que llegar a vivir en la calle es el último piso de la pirámide. «Nadie está en la calle porque quiere y habría que preguntarse cómo estaría yo si me pasara», apostilla el presidente de Cáritas.
Es una de las formas más crudas de pobreza. Las causas del sinhogarismo son diversas y normalmente incluyen una acumulación de factores: estructurales (vinculados a la situación económica, al precio de alquiler, desahucios…), pérdida de trabajo, separaciones y rupturas familiares… Además, conviene señalar que un buen número las personas sin hogar tiene problemas de salud mental o adicciones que les han llevado a perderlo todo.
En ese sentido, los expertos distinguen entre el “sinhogarismo literal o restringido”, que considera que las personas sin hogar son aquellas que no disponen de un domicilio, o el “sinhogarismo extenso”, que tiene en cuenta no solo el hecho de no tener un hogar sino también vivir en alojamientos que no reúnen unas condiciones mínimas.