Hace tres cursos que Francisco Lara Jiménez (Montoro, 1993) abandonó la disciplina del Linares para enrolarse en el proyecto del UCAM Murcia, donde pasó dos temporadas sin lograr el objetivo del ascenso a Primera Federación.
Pese al tiempo transcurrido, el pivote cordobés «no olvida» el club en el que creció como «persona y futbolistas». «Fueron más siete años en Linarejos, con momentos duros, pero, sobre todo, felices tanto desde el punto de vista deportivo como humano. Logré hitos importantes con esa camiseta y guardo enormes recuerdos, además de amigos», señala el jugador a este periódico.
El pasado año fue especialmente duro para Fran Lara tras sufrir la rotura parcial del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda en un amistoso de pretemporada frente al Hércules de Alicante. La lesión le impidió reencontrarse con el Linares en la eliminatoria de Copa del Rey. «Fue una pena, porque era un partido que me hacía muchísima ilusión», reconoce.
Este domingo, a las doce del mediodía, podrá sacarse esa espina con la elástica del CD Estepona, club al que llegó el pasado verano después de ser tanteado por el Linares. Dice que será un partido «bonito y especial» para él entre «dos equipos que están haciendo las cosas muy bien» en este inicio de competición.
En opinión de Fran Lara, su exequipo es uno de los «firmes candidatos al ascenso» y destaca el potencial de su plantilla y, en especial, a Rodri, con el que formó pareja en el centro del campo. El de Montoro disputó más de 245 partidos oficiales con el combinado azulillo y agradece a la afición linarense «el cariño y el afecto» que siempre le brindó.
La regularidad y versatilidad de Fran Lara desde que aterrizó en Linarejos en la campaña 14/15 fue abrumadora. Una media de 30 partidos por temporada y a pleno rendimiento avalaron su trayectoria en el equipo. Quizá su carácter introvertido y esa humildad que viene de fábrica desde la infancia no le valieron para reivindicarse más en el vestuario.
En cualquier caso, nadie duda del compromiso, el trabajo y la comunión con los colores a los que fue fiel durante siete temporadas, con aquel ascenso histórico a Segunda B en Castalia.