Hace poco más de un año y medio, el Mercado de Abastos de Linares era un lugar diáfano, apagado, sin prácticamente vida y poca variedad de género. No invitaba precisamente al consumo. Los pocos puestos abiertos hacían lo posible por mantenerse en pie. Algunos no aguantaron y bajaron la persiana. Otros, en cambio, esperaron. A los que resistieron, se le han ido sumando nuevos vecinos.
«Esto ya es otra cosa», dice María que va acompañada de su marido a comprar carne para este fin de semana que tiene la visita de sus nietos. «Ahora, nada más entrar escuchas música y ves el nombre de los puestos. Es mucho más acogedor», añade.
La transformación de la plaza va lenta. De los anteriores mandatos quedó mucho por hacer, y, poco a poco, se está renovando su imagen y su equipamiento. Las paredes lucen una nueva estética, con referencias a los principales símbolos de la ciudad. También cuenta con espacios independientes, por ejemplo, destinados a las actividades que allí se organizan, desde conciertos hasta degustaciones de productos, para mejorar la estancia. No solo se va a adquirir productos de primerísima calidad, sino también a disfrutar de la experiencia.
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El concejal de Salud y Consumo, Antonio Luis Hervás, podría pasar por un placero más. «El mercado se está convirtiendo en mi segunda casa», dice a este periódico. No es para menos. No hay día que pase por el edificio para testar el ambiente, comprobar si ha llegado el mobiliario o atender a personas interesadas en hacerse con alguno de los locales que siguen vacíos, principalmente con la intención de montar negocios orientados a la gastronomía y la restauración.
El objetivo es combinar el mercado tradicional con las nuevas tendencias, tratando de atraer a un público más joven con el reclamo cultural como principal baza. El proyecto pinta muy bien, pero todavía quedan por concretar detalles importantes, como la apertura del aparcamiento y la contratación de la climatización. Todo está en marcha y a la espera de cerrar los trámites administrativos.
Los hosteleros lo tienen claro y los vendedores tradicionales también: Esta evolución era más que necesaria. Han visto cómo el mercado ha pasado de tener «mucho puesto cerrado» a incrementar el número de visitantes, sobre todo el fin de semana.
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Fotos: Javier Esturillo