Todos ellos peinan canas. Forman parte del colectivo de jubilados. Han trabajado en la docencia, en la fábrica y en otros muchos sectores. Se resisten a quedarse en casa con los brazos cruzados, porque creen que todavía pueden aportar mucho a la sociedad, desde el punto de vista cívico, humanista y de pensamiento crítico.
Se agrupan en torno al recientemente constituido Encuentro Democrático de Linares. Un espacio de debate, diálogo y discusión sobre la necesidad de reencontrar valores universales comunes, como la libertad, el pluralismo, la igualdad, los derechos humanos, el respeto al diferente y lo público.
Coinciden con Winston Churchill en que «la democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás». Por ello, luchan contra los que proponen proscribir todos aquellos derechos que se han logrado a base de sangre, sudor y millones de lágrimas.
El Nuevo Observador compartió una mañana con sus representantes para conocer más en profundidad su proyecto y qué opinan del momento actual global y local. Quizá uno de esos instantes de la historia en los que la respuesta que ofrezcamos conformará el nuevo paradigma que dará sentido a la sociedad.

Durante la charla, ponen la debilidad de nuestro sistema político en tres actores fundamentales: la enseñanza, las formaciones políticas y los medios de comunicación. En este último punto, dudan de su independencia y señalan, por ejemplo, que están sometidos al poder político que a su vez está fuertemente influenciado por el poder económico”.
En la mesa hay varios maestros y profesores que lamentan la supresión de asignaturas como Educación para la Ciudadanía. Consistía en la enseñanza de los valores democráticos y constitucionales que promovía una sociedad libre, tolerante y justa. Para Virgilia Fuentes, fue «un gran error» su eliminación, puesto que se ha producido un retroceso en la escuela, donde se han abierto grietas por las que se cuelan los mensajes ultraconservadores que abogan por el individualismo en detraimiento de lo colectivo, el liberalismo más atroz y el pensamiento único impuesto por el populismo.
Ahora bien, ¿cómo lograr que los ciudadanos compartan el compromiso con estos valores y actitudes democráticas en un contexto en que todo (populismo xenófobo, nacionalismo divisor, radicalización política, fundamentalismo religioso, guerras…) parece ponérseles en contra? Está claro que, desde su punto de vista, esta tarea incumbe a la educación, aunque con declararlo no basta. En esta línea insisten en dotar del peso educativo la formación cívica, considerada a menudo como una materia marginal.
A pesar de su envidiable estado de forma, tanto intelectual como físico, todos ellos crecieron en la dictadura y vivieron la Transición. Por tal motivo, no dan por hecha la irreversibilidad de algunas cosas, como la democracia. Tampoco dan hechas la seguridad social, la atención sanitaria universal y la educación pública y las becas, con las que miles de jóvenes se sacaron la carrera. Lo único que tiene claro en lo que no se puede retroceder es en eso de envejecer. En lo demás, observan deterioros en la protección de la salud, la libertad de prensa, el estado del bienestar y la estabilidad de los gobiernos.

En relación con Linares, sus respuestas son variadas. Por ejemplo, Ildefonso Espinosa cree que es una ciudad «demasiado sumida en la melancolía y asume que su destino no lo puede cambiar». A su lado, José Valentín Ramírez considera que tiene «enorme potencialidades», pero hay que creer en ellas. La define como «la ciudad de los quince minutos», algo que, a su juicio, es «muy positivo» comparado con las grandes urbes.
Antonio Martínez Lara entiende que Linares requiere de un reseteo, si bien, al igual que su compañero José Valentín, piensa que tiene posibilidades más que suficientes para salir adelante. Juan Rubio, por su parte, pone el acento en el empeño, casi enfermizo, de los linarenses de la división en vez de apostar por la unión. Para él, mucha culpa de esto la tiene el ego de algunos que priorizan los intereses personales a los colectivos.
Concepción Moya pide más solidaridad, más atención al prójimo y más implicación de la sociedad linarense en la realidad que le ha tocado vivir, independientemente de su ideología. Virgilia Fuentes, que lleva residiendo en el municipio medio siglo, observa un desconocimiento de la vida y los problemas de los barrios. Del mismo modo, llama la atención sobre la pérdida de servicios, como el transporte público, especialmente el ferrocarril.
Para conocer en profundidad los objetivos, la labor y las actividades que desarrolla Encuentro Democrático de Linares puede consultar los siguientes canales: