Un reencuentro cargado de historia

Exjugadores, técnicos y directivos del Linares reconstruyen su viaje compartido por las tardes de barro en las botas y frío en las gradas durante la etapa en Segunda A

Por:Javier Esturillo
Foto de familia de exjugadores del Linares en el césped de Linarejos. Foto: Antonio del Arco

No todos los días pisan el césped de Linarejos algunos de los futbolistas que han marcado la historia de un club. Con algún kilo de más, el rostro curtido por la vida y el pelo canoso, leyendas del Linares de la época de Segunda División A se han reencontrado en la ciudad para recordar experiencias, anécdotas, repartir abrazos, risas y también lágrimas por los que ya no están.

Ha sido durante un fin de semana que quedará grabado en la memoria de todos ellos gracias al empeño de Ángel Bautista, Roberto Romero, Javier Vallejo -directivo del Linares- y el malogrado Alfonso Siles Velasco, quien fallecía solo dos días antes de volver a ver a los que fueron sus jugadores durante su presidencia en la División de Plata. También se añoró a otros exmandatarios como José Camacho de Haro, con el que se logró el primer ascenso a Segunda, Juan Núñez, Juan Acuña o José María Martínez. Sin olvidar a otras leyendas del linarensismo, como José Luis, Manolo Preciado y Pulido.

Dos días intensos de actividades, celebraciones y alegrías, sobre todo el sábado, cuando todos ellos fueron recibidos en el Municipal de Linarejos con la afición puesta en pie en la victoria del conjunto de Alberto González frente al Sabadell, equipo contra el que más de uno había jugado defendiendo la elástica azulilla en la década de los 80.

El testimonio de los Melchor, Torres, Diosdado, Ocaña, Yuma, Óscar Monedero, Cristóbal, Pedrito, Saniger, Antonio de la Hoz, Trigueros, Antoñele… es el de alguien acostumbrado a mamar otro fútbol, más austero y familiar, forjado en el carácter luchador de un club y una afición. «Es más que un sentimiento», dice Pedrito, uno de los muchos chavales de la cantera que subieron al primer equipo.

Era una época de jugadores fornidos y batalladores. De céspedes encharcados o embarrados. De cojines de Cruz Roja y pipas Juanito. De más balones aéreos y menos raseados, donde el Linares se hizo un nombre en el mapa futbolístico nacional por sus prodigios deportivos en los principales estadios de la Liga y en las noches mágicas de la Copa del Rey.

El azulillo es un club diferente. Lo es por signos que se observan a simple vista, como su vetusto estadio. Pero también por otras razones que ya son parte de la historia del fútbol, como levantarse tantas veces como caiga, porque, como dice su lema de esta temporada: «El Linares siempre vuelve».

Uno de los momentos más emotivos del fin de semana fue el reencuentro con viejos aficionados de la grada, hinchas que siguieron a estos jugadores por todos campos de Segunda A, cuando se echaban días enteros para cruzar de una punta a otra el país.

También fue especial la ofrenda floral a la Virgen de Linarejos en el santuario, donde tantas veces acudieron para ofrecerle éxitos y para rezarle en aquellos partidos a cara de perro para eludir el descenso. En definitiva, un romanticismo que mantienen vivo en su grupo de Whatsapp y de manera personal siempre que pueden.

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