El compromiso al más alto nivel de la Junta de Andalucía y el Gobierno de España con Linares ofrece unas mínimas garantías en el proceso de reindustrialización de Santana. La visita del presidente del Ejecutivo autonómico, Juanma Moreno, y del ministro de Industria y Comercio, Jordi Hereu, en la misma semana, invita al optimismo y a pensar de que habrá una relación más productiva y predecible por del interés de ambos y de los propios linarenses.
Lo importante es que, tanto una como otra administración, dejen a salvo los principales proyectos empresariales que han aterrizado en los terrenos de la factoría automovilística. Es un gesto de distensión en medio de la tempestad política entre populares y socialistas. La mayor beneficiada de las ‘buenas intenciones’ de Sevilla y Madrid será la ciudad.


Bien es cierto, que las dos visitas fueron más de cara a la galería que otra cosa, para sacar pecho por las obras de la planta de Desay SV. Ni Juanma Moreno ni Jordi Hereu se salieron del guion. No aportaron novedades sobre la posible llegada de más inversores y se limitaron a arrimar el ascua a su sardina, rodeados de la pomposidad que suelen tener este tipo de actos.
En lo que si coincidieron ambos mandatarios es que Linares necesita de la ayuda pública para remontar el vuelo y salir de una vez por todas de la crisis laboral que arrastra desde antes, incluso, del cierre de Santana Motor y de El Corte Inglés, sus dos principales emblemas económicos.
El PP y el PSOE saben que tienen menos de dos años para aguantar el tipo en las elecciones municipales. Unos con la intención de seguir al frente del Ayuntamiento y los otros por recuperar una plaza históricamente de izquierdas. En esa pugna institucional y política, está claro que sale ganando la otrora ciudad minera.


Más allá de la foto, hace 20 años que no se veían en las instalaciones de Santana a un presidente de la Junta y a un ministro del Gobierno. La última vez fue en septiembre de 2005, cuando Manuel Chaves y José Bono, titular de la cartera de Defensa, anunciaron la adquisición de 432 vehículos del modelo militar Aníbal para las fuerzas armadas, por valor de trece millones de euros y con la previsión de comprar otros mil más antes de que acabara ese año.
Sin embargo, aquellos pedidos no fueron la solución definitiva para salvar la factoría que finalmente cesó su actividad en 2011. Ahora, las perspectivas vuelven a ser buenas al calor de loa coches eléctricos y de la industria de defensa, gracias, en buena parte, a la implantación del Centro Tecnológico de Desarrollo y Experimentación (Cetedex) en Jaén.