De la foto de la Corporación Municipal del Ayuntamiento de Linares que tomó posesión en el pleno de investidura del 15 de junio de 2019 a la de este miércoles, último pleno del mandato, hay muchas diferencias. Para empezar, diez de los concejales que recogieron su acta aquella calurosa mañana de primavera abandonaron el barco antes de tiempo, por distintos motivos, incluido el fallecimiento de Joaquín Robles.
Han sido cuatro años para olvidar, primero por la pandemia y luego por el bajísimo nivel político y la mediocridad que han demostrado la mayoría de los ediles. Muchos de ellos volverán el sábado al salón de plenos de la Estación de Madrid para jurar o prometer de nuevo el cargo.
A la sazón, los populares Auxi del Olmo -futura alcaldesa-, Enrique Mendoza, Susana Ferrer, José Luis Roldán y Raúl Caro-Accino, exregidor con Ciudadanos y con un pie y medio fuera de la Corporación. Por el PSOE, repiten Javier Perales, Isabel Bausán, Joaquín Hernández, Paqui Díez, Javier Palacios, María José Camacho y Raquel Ortiz. Y Laura Cerezuela, por la coalición IU, Más País y Equo. Es decir, casi el 50 por ciento de los sillones estarán ocupados por viejos conocidos.
Todos ellos se han despedido este miércoles hasta el sábado. Antes, han sido reconocidos por el alcalde en funciones, Javier Perales, con la Cabria de Plata, como recuerdo de su paso por el Consistorio linarense como representantes públicos.
Pero más allá de las formalidades, el mandato acaba con más sombras que luces, pocas certidumbres y demasiada egolatría. Reconocer responsabilidades no ha entrado en el cuaderno de bitácora del ejercicio municipal, a pesar de que los índices socioeconómicos de la ciudad hayan empeorado considerablemente desde aquel 15 de junio de 2019.
Ni el bipartito Ciudadanos-Partido Popular aportó, ni el binomio PSOE-IU ha servido para reconducir la situación, a pesar de dar al mandato un carácter más normal y estable. con la salvedad de que estos últimos solo han estado diez meses en el poder.
Los ciudadanos han tenido que soportar espectáculos bochornosos en el salón de plenos, además de la judicialización de la vida política local, con denuncias hasta contra periodistas, siempre del mismo bando, que quedaron en nada y retrataron a sus demandantes.
Por el bien de los vecinos y vecinas de Linares, los próximos cuatro años deberían ser más estables y de mayor consenso. Aunque nunca se sabe porque como se ha comprobado, todo es posible en Linares.
