Cristóbal Martínez Herranz decidió un día ponerse a estudiar en serio. La vida le había llevado por el camino laboral antes de tiempo. Así que se matriculó en la Sección del Instituto Provincial de Educación Permanente Fanny Rubio de Linares. En este centro público dependiente de la Junta de Andalucía, ubicado en el barrio de La Zarzuela, se sacó de manera consecutiva la Secundaria y el Bachillerato. Luego completó su formación en la Universidad y, en la actualidad, es profesor de Historia en Guarromán.
Ana Cerezuela quería ser Policía Local, pero para lograr el objetivo necesitaba como requisito tener el Bachiller. Lo aprobó en el Fanny Rubio. Después, se presentó a las oposiciones y hoy ejerce de agente. Nerea Bustillo es de La Carolina. Siempre tuvo una marcada vocación docente. De pequeña, ya jugaba con pizarras. Sin embargo, por diferentes motivos, tuvo que dejar aparcados los libros hasta que decidió hacer realidad su sueño de maestra. Antes de pasar por la Universidad, logró el título de Bachiller en el Fanny Rubio.
Estos son, en síntesis, tres ejemplos de una larga lista de personas apostaron por completar su formación reglada a través de los distintos programas académicos que ofrece este instituto a la población mayor de 18 años.
Hace muchísimo tiempo tenía que ver con la alfabetización, y se dirigía a gente que había abandonado el sistema educativo. Pero ahora gira en torno a los principios de educación permanente e inclusiva, para todos y todas, que aporta la posibilidad de lograr la ESO, el Bachillerato o acceder a la Universidad sin la rigidez de los horarios, adaptándose a las necesidades del alumnado.
«Las clases presenciales se concentran en dos días y las tutorías pueden ser telemáticas, telefónicas o de tipo presencial a lo largo de toda la semana, ofreciendo así una atención más personalizada y adaptada a las necesidades del alumnado», declara a este periódico la directora del Fanny Rubio, Rosa María Egea.
En el antiguo IBAD no se escucha un alfiler, ni hay corrillos en los pasillos. Todo está tranquilo. Es la prueba evidente de que estamos ante aulas sin acné, donde las revoluciones de la adolescencia ya pasaron.
“¡Dónde voy yo con mi edad a la Universidad!”. “A mí ya se me pasó el tiempo para estudiar”. “¡Ya me hubiera gustado a mí estudiar Historia…!” A pesar de los tópicos y de las barreras autoimpuestas, el Fanny Rubio demuestra cada día que nunca es tarde para aprender. «Al final todo es una cuestión de motivación y de decisiones personales, porque si la motivación es poderosa se puede hacer lo que se desee», sostiene la directora.
Se trata de un segmento de la población muy heterogéneo y con intereses muy diversos. Algunos pueden buscar una formación que les ayude a actualizarse y mejore sus perspectivas de empleabilidad. Otros, por necesidad o interés, buscan el título de la ESO o de Bachillerato que no pudieron obtener en su día. O aquellos que, una vez alcanzada la jubilación, deciden volver a clase para seguir creciendo a través de una formación de calidad semipresencial.
Además, cuenta con otras muchas ventajas que lo diferencian del resto relativas a la metodología de trabajo, basada en el aprendizaje por tareas y permitiendo el desarrollo de capacidades digitales. «El material con el que trabajamos es el de la plataforma Moodle, complementado por las aportaciones de nuestro equipo educativo. El trabajo por la plataforma online permite que cada alumno, en función de su disponibilidad, pueda repasar, hacer o enviar sus tareas a cualquier hora del día o la noche, marcando así su propio ritmo en el proceso de aprendizaje», señala Rosa María Egea.
Además, como cualquier otro instituto, tiene una programación de actividades de lo más interesante que va desde la conmemoración de días importantes del calendario, como el de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (25N), a visitas culturales.
Fotos: Javier Esturillo
