Baños de la Encina seduce al emprendedor

Francisco Javier Troyano se bajó del camión, después de 23 años al volante, para montar la Taberna El Pilarejo al abrigo del espectacular auge turístico que vive el municipio

Por:Javier Esturillo
Eva María las Heras junto con Francisco Javier Troyano en el negocio que regentan en Baños. Foto: Javier Esturillo

Hace un mes que abrió sus puertas la Taberna El Pilarejo. Está ubicada en el número 1 de la Carretera de Bailén, en pleno casco histórico de Baños de la Encina. La regenta Francisco Javier Troyano. Tras más de dos décadas al volante de un camión, este linarense de 48 años decidió dar un giro a su vida.

Se echó la manta a la cabeza y se convirtió en emprendedor. Le acompaña en esta aventura su mujer, Eva María las Heras, de la misma edad. Ella, de origen bañusco, fue quien más le animó a que diera el paso y montara el bar en uno de los pueblos más bonitos de España. «Es arriesgado y, al principio, da cierto vértigo, pero la verdad es que estamos muy contentos», declara Francisco Javier.

Baños de la Encina ha dado el estirón. Los últimos datos sobre el número de visitantes avalan el florecimiento de negocios vinculados hostelería. Hasta hace muy poco, la demanda superaba con creces a la oferta. Un déficit que se ha ido corrigiendo gracias a emprendedores como Francisco Javier y su esposa que han visto en este municipio una oportunidad laboral.

«No son los únicos», asegura el alcalde, Antonio las Heras. «Cada vez llega más gente al Ayuntamiento preguntando por locales y la posibilidad de montar un bar o una cafetería. Baños se ha convertido en un buen lugar para invertir al calor del turismo», remata el regidor.

Francisco Javier y Eva María.

El Pilarejo es un local acogedor, sencillo, donde cuelgan en sus paredes aperos de labranza que recuerdan el pasado agrícola del pueblo. Eva María rebosa entusiasmo mientras recorre la coqueta taberna en la que ofrece mesa, mantel y reposo a los vecinos y a los viajeros que llegan a Baños para conocer su imponente patrimonio y belleza deslumbrante.

Su cocina está basada en el recetario tradicional del lugar. Destaca la tapa de la casa que lleva el nombre del local: Carne en salsa mozárabe. «Está para chuparse los dedos», acota Manolo, cliente habitual de El Pilarejo.

Otro de sus fuertes son las gulas, servidas en una acicalada lata con papas a lo pobre y huevo frito, y, por supuesto, todo lo relacionado con la carne de monte y de toro y los productos de temporada de la huerta local. Una oferta gastronómica de lo más variada y de calidad, que se cierra con postres caseros y la sobremesa.

Una de las características del establecimiento son los platos para compartir. No son tapas ni raciones, sino una forma distinta de disfrutar de la comida a un precio ajustado, pero que se saborea desde el primer bocado.

Además, El Pilarejo goza de una amplia terraza desde la que se divisa la extraordinaria riqueza natural de la localidad. Puede ser el mejor punto de partida para adentrarse en las calles medievales, visitar una de las fortalezas más antiguas de Europa o el impresionante camarín barroco de la ermita de Jesús del Llano. «Todo está a un paso», exclama una anciana enjuta que se asoma a saludar desde la puerta.

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