El Sevilla FC llegó a la última jornada del Campeonato de Liga de Segunda División de la temporada 73/74 con la soga al cuello. Estaba a un solo punto de caer en el pozo de la Tercera. El equipo hispalense se media con el Linares, colista de la clasificación y ya descendido, en el Municipal de Linarejos.
Durante toda la semana hubo innumerables llamadas telefónicas entre directivas y jugadores para intercambiar ‘impresiones’ antes de un partido en el que los sevillistas se jugaban literalmente la vida deportiva.
El equipo de Nervión partía como uno de los grandes favoritos al ascenso, pero, con el paso de las jornadas, el curso se fue convirtiendo en un camino de espinas. Comenzó en el banquillo del Sánchez Pijuán el austriaco Ernst Happel, quien no tuvo demasiada suerte. Su fuerte carácter no enraizó entre la plantilla, ni empatizó con la directiva, lo que fue un obstáculo para su continuidad cuando los buenos resultados dejaron de llegar.
Su sustituto fue Santos Bedoya. Al comienzo imprimió una ligera mejora al conjunto nervionense y de su mano subieron al primer equipo Yiyi y Montero, pero con el tiempo la situación empeoró y el club decidió poner al frente del plantel a Enrique Buqué.
El 26 de mayo de 1974 la tensión se mascaba en Linarejos. El Sevilla FC necesitaba ganar a toda costa. El Córdoba CF estaba a un solo punto y un tropiezo ante el equipo de Carlos Galbis podía suponer una auténtica hecatombe para un club con tanta historia y solera.
El Linares, descendido varias fecha antes, contaba en sus filas con diez jugadores nacidos en la capital o en pueblos de la provincia sevillana, Torres, Santos, Tarriño, Castillo, Pedraza, Antoñele, Crispi, José Luis, Naranjo y Taíto. Algunos de ellos habían defendido con anterioridad la elástica sevillista. Es más, en el once que dispuso Galbis para ese dramático partido había siete sevillanos.
Dicen los más viejos del lugar que la ciudad se llenó de aficionados visitantes y que el partido fue un «paseo militar» para el combinado de Enrique Buqué. El Sevilla cumplió y el héroe acabó siendo Alhaji Momodo Njle, más conocido entre el sevillismo como Biri-Biri, que hizo los dos primeros goles que tranquilizaron a su equipo, que acabó goleando por 0-5 y eludió caer a Tercera División por primera vez en su historia.
Han pasado 48 años de aquella ‘gesta’ y, a la salida del estadio, los aficionados sevillistas desplazados celebraron por las calles de la ciudad minera la salvación. A quien habló de ‘tongo’, pero, a día de hoy, no se ha demostrado tal extremo. Lo único cierto es que esa ‘manita’ al Linares cambió el sino del sevillismo que, a la campaña siguiente, logró el ansiado regreso a Primera División al acabar tercero, por detrás del Real Oviedo y del Rácing de Santander.
Al Linares tampoco le fue mal, puesto que entabló una buenas relaciones con el Sevilla FC que permitieron la llegada de jugadores que, más tarde, fueron leyenda en el club azulillo, como Pulido.
Quizá el actual Consejo de Administración del Sevilla haya olvidado lo bien que se llevaban ambos clubes históricos del fútbol andaluz al dejar sin entradas al Linares para un partido tan decisivo como el del sábado ante su filial que, curiosamente, se juega el descenso de categoría. Cosas del destino.