David Campaña Piquer (Marbella, 1974) es un tipo seguro de sí mismo. No se altera lo más mínimo ante cualquier reto. Quizá ese espíritu combativo y esa determinación le han llevado a aceptar la oferta de un equipo limitado económicamente, que ocupa puestos de descenso y que necesita de manera urgente revertir su situación para no hundirse en la tabla del Grupo II de Primera Federación.
El flamante entrenador del Linares sabe lo que es convivir con el peligro. Hace tres años, cuando dirigía al FC Ararat de la Liga armenia, veía cómo pasaban por encima de su cabeza misiles. Se había reanudado el conflicto armado entre Armenia y Azerbaiyán en Nagorno Karabaj, un territorio fronterizo de 4.400 kilómetros cuadrados, por el que ambos países llevan enfrentándose desde la Revolución de Octubre de 1917. Esa disputa desencadenó en una guerra que, a grandes rasgos, se aplacó cuando la Unión Soviética volvió a tomar posesión de la zona (1921). Sin embargo, tras caer el Telón de Acero y desintegrarse la URSS, volvieron las hostilidades.
En septiembre de 2020, en plena pandemia, la confrontación se recrudeció hasta tal punto de que técnico y su equipo tuvieron que desplazarse a Chipre para jugar como local un partido de Europa League ante el Estrella Roja. Dos de sus jugadores, después de repartir alimentos, cogían una metralleta y se iban a una trinchera.
«La mayoría de los entrenadores se marcharon y yo me mantuve en el puesto viendo misiles. No tengo problema alguno en soportar la presión, he jugado en una guerra», ha asegurado Campaña en su presentación como nuevo entrenador azulillo.
Es más, a preguntas de los periodistas, ha dejado claro que su falta de experiencia en banquillos de Primera Federación tampoco le supone un obstáculo, puesto que es «como si sueltas un pez en el agua, al final todo es cuestión de nadar y sé hacerlo perfectamente».
Un técnico peculiar
Campaña es un hombre cuanto menos sui generis. No es exjugador de fútbol, aunque llegó a ser profesional de fútbol sala. Jugó en Primera en el Dulma Astorga y en el equipo de la Universidad de Málaga.
Descubrió su pasión por el césped y, sobre todo, por los banquillos cuando comenzó a llevar un equipo local de base. Su motivación fue tal que en relativamente poco tiempo decidió que quería ganarse la vida como entrenador. En España le resultó imposible. Por eso, como otros muchos, decidió partir a China bajo el sello de LaLiga. Después, fichó por el Utenis Utena de la Primera de Lituania y en 2019 llegó a Armenia para conseguir la permanencia en la élite con el Lori. La imagen fue tan buena que el club más potente de aquel país, el FC Aramat, que acaba de jugar previa de la Champions y de la Liga Europa, le abrió las puertas en el verano de 2020.
Ve «muchísimo margen de mejora»
Lo que tiene claro es que la plantilla que ahora maneja tiene «muchísimo margen de mejora», porque considera que hay jugadores que todavía «no han dado todo su potencial».
Estar cerca del fútbol profesional del país, que tanto se le ha negado, y la «honradez y honestidad» del club minero son dos de las razones que le han llevado hasta el banquillo de Linarejos, además del desafío que supone salvar al Linares.
Dice que ha visto a sus jugadores con «ilusión y ganas», lo que puede representar ese «pequeño empujón» que el equipo necesita para tomar oxígeno. Confía en que esa reacción se produzca en Castalia, como «punto de inflexión».
Sobre el mercado de invierno y la posibilidad de reforzar el plantel, Campaña prefiere centrarse en lo que tiene y dejar esa tarea en manos del director deportivo, Miguel de Hita. En cierto modo, porque «se adapta» bastante bien al entorno. Le gusta el fútbol ofensivo, independientemente si es en casa o fuera, si bien cree que Linarejos será el lugar en el que se cimiente la permanencia. «Aquí, el Linares es un rival muy difícil de batir», ha aseverado.
