El asesinato que desató la catarsis en Linares

La ciudad amanece rota de dolor por la muerte de Cristian. Este viernes habrá una concentración y un minuto de silencio

Por:Javier Esturillo
La madre de los dos menores sale de la vivienda donde encontró la muerte su hijo. Foto: Javier Esturillo

Un hombre de 30 años, vecino del barrio de Arrayanes, altanero y ligado al ambiente delincuencial. «No era trigo limpio. Nunca lo fue», describe un joven que coincidió con él en el colegio. Había tenido más de un roce con la familia de Cristian, el bebé de dos años al que, presuntamente, golpeó hasta matarlo y dejar malherido a su hermano mellizo Yeray en el número 58 de la linarense calle Aurea Galindo.

La ciudad no ha pegado ojo en toda la noche. Han pasado unas horas y sigue sacudida por el atroz asesinato. «Este tipo de noticias le hielan el alma a cualquiera, especialmente los que somos padres o madres», declaró el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, al ser preguntado por el suceso de Linares.

La sensación del político es la misma que sienten los residentes de esta calle de gente humilde y trabajadora. «Es inhumano lo que ha hecho», describe Carmen mientras sostiene a un crío de la misma edad de la víctima en la acera de enfrente donde se ubica la vivienda que el presunto asesino compartía con la madre biológica de los dos pequeños, con la que había comenzado una relación no hacía mucho tiempo.

Una mujer acompaña a la madre de los chiquillos.

Él había salido de prisión hace cuatro o cinco meses. Tiene antecedentes penales, principalmente, por robos. Aunque no solía dar problemas, el vecindario nunca se fio de su presencia. Daba mala espina.

La propia familia del padre biológico reconoce que «no trataba bien a los niños» y sabía de episodios anteriores de malos tratos hacia los críos por parte del detenido, que siempre los negaba. Tal y como hizo cuando fue interrogado por la Policía Nacional desplazada al lugar de los hechos.

Sin embargo, su testimonio estaba plagado de versiones, tanto contradictorias como incoherentes, por lo que fue arrestado y ha pasado la noche en el calabozo. La madre trabajaba limpiando casas y tenía más hijos mayores de otras parejas, que, según ha sabido este periódico de fuentes solventes, se les había retirado la custodia.

El padre biológico, que responde al mismo nombre que su hijo asesinado, no se movió en toda la tarde de la puerta de la casa, apoyado en la pared, de cuclillas o simplemente de pie. Su mirada estaba perdida. Solo le calmaban los pitillos que se encendía para contener la rabia y las lágrimas. En más de una ocasión, le había comentado a sus hermanos que algo no andaba bien en ese hogar. Los pequeños aparecían con «mordiscos y moratones», aunque nunca denunció los hechos en la Comisaría, pero sí había tenido más de un encontronazo con el actual novio de su expareja y presunto asesino, que responde a las iniciales F. R. D. y apodado ‘Pakillo’.

Un agente de la Policía Científica inspecciona el interior de la vivienda.

La madre dejó a su pareja al cuidado de los niños y se marchó a trabajar. Al regresar, a las 14:30 horas, se encontró la escena y pidió ayuda. Fueron los vecinos los que alertaron de lo ocurrido, llamando al 061 y al 112, notificando que había un menor aparentemente fallecido de manera violenta.

Cuando los servicios sanitarios llegaron a la casa ya había agentes de la Policía Nacional intentando reanimarle. Los equipos médicos hicieron los imposible por salvar al bebé, pero tras media hora de maniobras de reanimación, solo pudieron certificar su muerte.

Cristin presentaba, según fuentes de la investigación, golpes por todo el cuerpo e incluso numerosos mordiscos. Todo indica que ha fallecido por un traumatismo craneoencefálico. El superviviente, el otro bebé mellizo, fue trasladado al Hospital San Agustín, herido de gravedad también por numerosos golpes, aunque su vida ya no corre peligro. Toda la familia, al igual que los 56.000 habitantes de Linares, están en shock. «Esto es un drama. No tiene perdón de Dios. Que se pudra en la cárcel», reclama Jorge, un hombre mayor que está a punto de entrar en un bar cercano a la calle Aurea Galindo, jalonada de bloques de pisos y casas antiguas de una sola planta, construidas al calor de las minas.

Un agente de la Policía Local vigila la calle Aurea Galindo.

Tres días de luto oficial y concentración

El Ayuntamiento ha decretado tres días de luto por la muerte violenta de un menor de dos años y ha convocado para este viernes, a las 11:00 horas, un minuto de silencio.

Durante ese período de luto -29 y 30 de noviembre y 1 de diciembre-, las banderas exteriores de Linares ondearán a media asta en los edificios municipales y las interiores portarán un crespón negro, como símbolo de luto en el municipio por este trágico suceso.

«Desde el Ayuntamiento de Linares lamentamos profundamente esta muerte violenta, mostramos nuestra más enérgica repulsa a este suceso y trasladamos nuestro más sentido pésame y apoyo a los familiares del menor en estos momentos de dolor», señala el comunicado remitido desde el Consistorio, cuya alcaldesa, Auxi del Olmo, estuvo toda la tarde acompañando y consolando a los padres y allegados de las víctimas.

Los vecinos, los familiares y el pueblo en general lamentan esta muerte, la tercera de menores en Linares en poco más de un año. En la pasada Nochevieja, una joven de 16 años falleció, junto con su madre y la pareja de ésta, por inhalación de monóxido de carbono de un brasero en una casa de la calle Las Descalzas y, dos meses después, una niña de 10 años moría en incendio en un bloque de viviendas de tres plantas de la calle Vicente Espinel, en el barrio de Arrayanes.

Fotos: Javier Esturllo

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