Levantar cada día la persiana del Ayuntamiento de Linares es cada día menos costoso. El dinero que debe a los bancos se sitúa en su registro más bajo de los últimos diez años. El pasivo del Consistorio linarense supera por poco los siete millones de euros (7.126.910 euros) en 2021, casi cuatro millones menos que en el ejercicio anterior (10.942.207 euros). Eso significa que la renta per capita ha descendido en 65 euros hasta situarse en 126 euros.
El último informe difundido por el Ministerio de Hacienda confirma que los ajustes introducidos por el equipo de Gobierno (Ciudadanos y Partido Popular) han funcionado en cuanto a saldo presupuestario, siguiendo la senda iniciada en 2012, por el entonces alcalde socialista Juan Fernández, que logró reducir la deuda con las entidades financieras en 30 millones de euros hasta 2018.
El descenso ha sido continuado, salvo en 2019 cuando el Ayuntamiento cerró el ejercicio con un pasivo de 13.548.236 euros. Este borrón, no empaña que una década la Administración local haya bajado la presión bancaria a golpe de superávit hasta convertirse en una de las más saneadas de la provincia.
Bien es cierto, que todo tiene una explicación. El virtuosismo de los ayuntamientos es, en realidad, fruto de un ajuste forzoso puesto en marcha tras la grave crisis financiera de 2012, cuando entró en vigor la Ley de Estabilidad Presupuestaria y Financiera, impulsada por el ministro jiennense Cristóbal Montoro.
La UE obligó a España a reducir sus abultados números rojos, introduciendo un corsé que mantuviera bajo control el gasto. A ello hay que añadir la estructura del sistema de financiación local, ya que los impuestos que recaudan los municipios (IBI) son menos sensibles al ciclo económico.
El resultado ha quedado reflejado en las estadísticas: las corporaciones locales bajaron su deuda a un ritmo medio anual del 8% desde entonces. Y, en el caso de Linares, hay que sumar baja índice de inversión municipal en proyectos.