El edificio del número 37 de la calle Bailén está protegido por unas improvisadas vallas. El pasado 3 de mayo los Bomberos recibieron un aviso por el desprendimiento de cascotes a la vía pública. Los agentes eliminaron los elementos visibles con riesgo de caída de la fachada, aseguraron el perímetro y se marcharon. Un mes después, los restos de aquella intervención siguen en la puerta del inmueble sin que nadie los haya retirado.
A solo dos pasos del bloque, uno de los pocos comerciantes que subsisten en la zona, coloca pegatinas en una señal de tráfico para advertir a los conductores del giro hacia la calle Ercilla después de varios sustos. «Esto es un peligro para los vecinos y los viandantes», asegura Juan, que acaba de cruzar la vía procedente de un bar cercano. «Así llevamos mucho tiempo y nadie toma cartas en el asunto», lamenta el hombre que lo acompaña.
El inmueble, que fue un supermercado, está abandonado a su suerte. Una de las puertas está destrozada y se puede acceder sin apenas esfuerzo al interior del local, de 1.525 metros cuadrados. «Más de uno ha pasado ahí la noche», apunta un residente. El edificio es propiedad de una entidad financiera que trata de desprenderse de él. La fachada presenta un deterioro lamentable, con la cornisa prácticamente al descubierto. Unas vallas de obras alertan del peligro.
Pegado a él hay otro edificio en parecidas condiciones. Se trata de un casa antigua que fue sede, en su momento, del decano del baloncesto jiennense, el CB Linares. La fachada ha perdido parte de su estructura original por el paso del tiempo y la falta de mantenimiento. Unos metros más adelante se puede observar el deterioro en otras viviendas, pero sin llegar a esa situación -casi- ruinosa. Estos inmuebles se entremezclan con otros más modernos y de reciente construcción.
No es un caso aislado, pero sí uno de los que más quejas acumula en redes sociales. En Linares hay decenas de construcciones deshabitadas. Casi ningún barrio se libra de ese declive urbano. Ni siquiera los que están más cerca del centro. Hay decenas de edificios abandonados por toda la ciudad. La mayoría son de entidades financieras, del Sareb (conocido como el banco malo), de administraciones o de herederos que no se hacen cargo del mantenimiento, a pesar de que existe una normativa específica que obliga a inspecciones periódicas.
Su proliferación desde la crisis de 2008 causa problemas graves a los vecinos por esa falta de conservación que en ocasiones pone en peligro la integridad física de los peatones. Llama la atención, por ejemplo, el desamparo que muestra otro edificio emblemático, la antigua Casa del Pueblo de la UGT. Basta con cruzar la calle para comprobar su pésimo estado. En este caso, el inmueble es de titularidad municipal. Es un foco de suciedad y de su fachada caen restos de pintura y otros elementos que muestran la decadencia urbana de este enclave de Linares.