Tiene una sonrisa franca que cautiva, canta con la voz, pero también con el cuerpo, que mueve en consonancia con lo que la canción le dice al oído, se sabe colocar bajo la luz y siempre mira hacia todos los rincones donde haya alguien que la observa, sea en la primera fila o en la parte más ignota del graderío.
Belén Turnes domina el escenario, el ritmo y las emociones. Este sábado, en el Castillo de Baños de la Encina, ofreció un recital impecable, que hechizó al público que llenó el aforo de esta histórica fortificación, iluminada con velas para la ocasión, resaltando su extraordinaria belleza.
Después de una semana de lo más ajetreada, con viaje a Zúrich y sin apenas tiempo para ensayar, la cantautora, apoyada por un cuarteto de jóvenes músicos con los que tiene un química especial, supo sacar lo mejor de sí misma para ir tejiendo un ambiente de complicidad y confianza.
Abordó su estreno en el ciclo ‘Noches de Luz en los Castillos de Jaén’, que impulsa la Diputación de Jaén a través de la marca Jaén, paraíso interior, con una abrumadora profesionalidad, a pesar de algún que otro problema con el sonido, que ella flanqueó con solvencia.
Belén Turnes es, cada día, una intérprete completa que se va dotando de más y más recursos. Incluso su vestuario ha madurado con ella, ahora más coqueta y elegante. Y se ve tal y como el público la ve: estupenda.
Durante su actuación filtró su personalidad con el público, al que le habló, susurró, narró y cantó temas de un repertorio cada vez más amplio. Folk, con influencias lorquianas, y dosis de pop-rock que nunca vienen mal, fundidas con la sensibilidad de su voz.
Fotos: Alejandro Fernández
