Alberto González transmite una energía positiva, contagia las ganas de trabajar. Cree en lo que hace y convence de ello a los jugadores. Frente al Fuenlabrada, el Linares jugó uno de los partidos más completos de los últimos meses fuera de casa. Dinámico, activo, combinativo, solidario y competitivo son algunos de los calificativos que nos deja la victoria en el Fernando Torres, donde nadie había ganado en esta Liga.
Tres puntos que dejan al equipo azulillo en la zona noble de la tabla en el mejor arranque de curso que se recuerda en categoría profesional. En esta misma fecha, hace un año, el Linares ocupaba puestos de descenso con solo cinco puntos. Hoy, tiene dieciséis. Eso dice mucho del método de trabajo de Alberto González. No en vano, dentro de esa lógica imprevisible, ha conseguido compactar un grupo completamente nuevo que sigue con fe ciega cada una de sus órdenes, cual soldados que marchan al campo de batalla.
No importan las bajas, las rotaciones o el rival que esté enfrente, «si creemos en lo que hacemos, somos capaces de ganarle a cualquiera», dijo el técnico de Tolox en la rueda de prensa posterior al duelo contra el Fuenlabrada. Y así es. Más allá del discurso táctico de cómo preparar los partidos, siempre sabe cómo motivar a sus hombres y previsualiza los partidos como nadie.
Luego le acompañan los resultados y la explosión de jugadores como Fermín. Un chaval de 19 años que desnuda a las defensas a base de cambios de ritmo y de pases al hueco. Juega como si estuviera en el patio del colegio o en una calle de El Campillo, el pueblo onubense que lo vio nacer.
Es un futbolistas singular capaz de marcar la diferencia en los partidos empantanados. Persevera en su ofensiva, abre espacios y oxigena el centro del campo en los momentos más complicados. Cuando el cuero está en sus pies, cualquier cosas puede pasar.