El Linares es un equipo destrozado en lo anímico y en lo físico. No levanta cabeza desde el 13 de octubre, día en el que venció por dos goles a cero al Don Benito en el Municipal de Linarejos. A partir de ese momento, el colectivo azulillo empezó una dinámica negativa de fútbol y de resultados, que le han hecho pasar de liderar del Grupo III de Segunda Federación a caer al noveno puesto en poco más de un mes.
El cuadro de Juan Antonio Milla está a tres puntos de la promoción de ascenso y a cuatro del descenso, en tierra de nadie. El problema más allá de lo aritmético está en las desalentadoras sensaciones que desprende el plantel. Bien es cierto, que esta pésima racha ha coincidido con una serie de lesiones que ha dejado en el dique seco a una de sus referencias en ataque, como es Hugo Díaz.
La ausencias de Pau Palacín o Santi Müler son más testimoniales, puesto que su aportación al equipo se limita a un gol el primero y 112 minutos el segundo, en los cinco partidos en los que ha sido convocado.
El Linares ha entrado en una peligrosísima deriva que podría tirar por tierra toda la ilusión de su afición que pide a gritos explicaciones al consejo de administración, debido a la falta de ideas y de soluciones para enderezar el rumbo.
Sin embargo, las carencias en el plantel se veían incluso en la opulencia del éxito de las siete primeras jornadas, con remontadas in extremis y malos partidos fuera de casa. El entorno azulillo ha comenzado a buscar culpables ante esta delicada situación.
El que más críticas ha recibido en estas últimas semanas es Juan Antonio Milla. El entrenador granadino no está logrando revertir el delicado momento minero y desde la hinchada señala al técnico. No obstante, a estas horas, desde el club se mantiene la confianza en el preparador de Albolote, que solo ha sumado 3 puntos de los últimos 18 posibles.