El Linares tiene este fin de semana uno de los desplazamientos más complicados desde que comenzó el curso. Visita el domingo, a partir de las siete, el Estadio de Riazor, donde hace pocos meses perdía la posibilidad de pelear por el ascenso a Segunda División.
En esta ocasión, el conjunto de Alberto González se encontrará a un Deportivo de La Coruña igual de presionado que en aquella noche y con la necesidad imperiosa de sumar los tres puntos después de una serie de malos resultados. Y lo hará con entrenador nuevo tras la destitución de Borja Jiménez y el nombramiento de Óscar Cano, quien cuenta con una larga carrera en los banquillos del fútbol español.
La plantilla azulilla se prepara con intensidad para el duro examen de la octava jornada, en la que llega como colíder del Grupo I de Primera Federación con 19 puntos de los 21 posibles. Pero lo más importante son las buenas sensaciones que transmite el colectivo en todas las parcelas del campo.
El duelo contra el Depor se afronta con enorme ilusión en el seno del vestuario minero, donde se respira un ambiente extraordinario fruto de los marcadores obtenidos hasta el momento. Además, toda la presión recae sobre su adversario, que hace dos semanas sufrió un duro revés en casa ante el San Fernando, que lo derrotó por cero goles a uno. Su afición está, por lo tanto, de uñas con el equipo y ese factor puede jugar en su contra.
En el capítulo de ausencias, Óscar Cano no podrá contar para su estreno contra el Linares con Jaime, Isi Gómez y Narro. La buena noticia para el preparador andaluz es que Álex Bergantiños y Raúl Carnero se entrenan con normalidad, al igual que ocurre con los futbolistas tocados del Linares.