Luis Ortega revisa el horario de entrada de clientes al gimnasio que hace un par de meses abrió en la linarense calle Úbeda. «El primero ha llegado a las seis de la madrugada y el segundo, poco después. El goteo es constante a esas horas del día», señala a este periódico.
Es decir, nos levantamos antes para cumplir con la rutina física y cada vez son más los centros deportivos que ajustan sus agendas a las nuevas exigencias del mercado del culto al cuerpo que en Linares vive su particular ‘boom’. Baste decir que en poco más de un kilómetro a la redonda se concentran seis negocios destinados a la actividad física, entre el Camino de Úbeda y las calles Sagunto, Pontón y Julio Burell, a los que se suman los ubicados en otras zonas de la ciudad y los polígonos. Todo ello sin contar las instalaciones de pádel privadas, que también han proliferado en los últimos años.
El fitness está de moda. El paisaje urbano de Linares se ve salpicado de gimnasios de todos los tamaños y especialidades, debido a la eclosión del sector impulsado por una mayor conciencia social sobre el estilo de vida saludable y al aumento de oferta de actividades. Cada año crece el número de personas que decide invertir su tiempo y dinero en hacer ejercicio y se apunta a un centro deportivo en busca de una rutina, clases grupales o un entrenamiento más específico.
Pero también existe la «necesidad de tener un cuerpo bonito», apostilla Luis Ortega, propietario de Inspo-Fist y con una larga carrera como entrenador personal y preparador de fisioculturismo. Los jóvenes han convertido los gimnasios en sus puntos de encuentro preferidos y son, en la actualidad, el grupo de población que más demanda estos servicios junto con las mujeres y personas mayores. «Hace unos años ver un hombre musculado por la calle era raro. Éramos muy pocos. La gente prefería hacer otros deportes para mantenrse en forma. Eso ya ha cambiado. Ahora, queremos sentirnos bien y, además, gustar a los demás», señala el profesional.
Las redes sociales se han transformado en un catálogo de cuerpos perfectos. Están repletas de clips de vídeo y de fotografías de jóvenes -y no tan jóvenes- en la sala de musculación en pleno ejercicio. Para unos, son una herramienta para la motivación y el seguimiento de rutinas, mientras que para otros son simplemente la mejor manera de lucir ‘palmito’ y obtener ‘likes’.
Queda claro que el culto al cuerpo o el gusto por mantenerse en forma con un aspecto saludable cuenta con una creciente demanda en la ciudad. De ahí que, a la ya sustancial cifra de gimnasios con mucha solera y actividades clásicas, ahora se va sumando una nueva oferta con instalaciones de gran tamaño y la posibilidades de uso de los servicios las 24 horas.
Sin embargo, no todos son iguales. Luis Ortega asegura que el valor añadido de su gimnasio recae, precisamente, en la atención personalizada al usuario. «Mi modelo se centra más en una estrategia de la fidelización que en conseguir muchos clientes», explica.
En esta línea, considera fundamental que los entrenadores sean absolutamente sinceros con sus clientes acerca de los resultados a esperar y de los ejercicios y rutinas que han de poner en marcha para conseguirlos, ya que de lo contrario puede producir frustración.
«La honestidad genera una relación de confianza, lo que permite establecer metas realistas y un plan de acción adecuado», remata Luis Ortega, quien reconoce que existe, como en otros muchos sectores, intrusismo y competencia desleal. «No todo el mundo está cualificado para llevar un gimnasio. Se necesitan años de formación y experiencia», recuerda.
Fotos: Javier Esturillo
