No hay más grande espectáculo en la tierra que el gol. Y si son decisivos se convierten en un delirio. Es como el «maná» para un Linares que estaba al borde de un ataque de nervios y que, gracias al acierto de Hugo Díaz (Almodóvar del Río, 1988), ha levantado el vuelo hasta situarse de nuevo en la pelea por la promoción de ascenso a Primera Federación.
La categoría futbolística del cordobés crece sin límites. Desde la siempre egoísta posición de delantero, su inteligente y solidaria manera de entender el juego reúne un compendio de capacidades. A su inherente técnica individual, añade la simplicidad y la facultad para mejorar aquellas acciones que pasan por sus pies, pero se gestan en su cerebro.
Ahora, además, es obligado resaltar sus dotes realizadoras: 11 goles en lo que va de temporada, incluidos tres consecutivos que le han reportado a su equipo seis puntos, además de cortar de raíz la mala racha del mes de marzo. Su participación están siendo determinante en la recta final del curso.

Hugo Díaz es de esos futbolistas que lleva la portería rival en la cabeza. De ahí sus 40 dianas con la camiseta azulilla desde que debutará con el equipo frente al Yeclano, el 18 de octubre de 2020, con 33 años cumplidos y un bagaje profesional más que consolidado. Hay que remontarse a su etapa en el Real Jaén, en la campaña 15/16, para ver unas cifras goleadores similares a las actuales.
Su entrenador destaca la facilidad con que el ariete de Almodóvar del Río genera ocasiones de gol, incluso en aquellos partidos en los que no está inspirado. Pedro Díaz valora la verticalidad con la que afronta cada jugada su pupilo, que suele partir de la banda o entre los centrales y, desde ahí, encontrar situaciones de remate en otros lugares próximos a la meta adversaria.
Nadie discute ya su rendimiento y compromiso con la elástica azulilla. Es uno de los capitanes de la plantilla y de los futbolistas más admirados y queridos por la hinchada de Linarejos, además es, junto con el meta Ernestas, el único superviviente que queda en el plantel de la etapa más gloriosa del club durante la estancia de Alberto González en el banquillo linarense.