Linares vive en estos momentos un intenso debate sobre las posibilidades deportivas de la plantilla y sus opciones de este curso, en el que a falta de tres jornadas para que acabe la primera vuelta, está más cerca del descenso a Tercera Federación que de pelear por la promoción de ascenso.
No lo tendrá fácil, desde luego, por las sensaciones negativas que desprende el grupo y porque la historia reciente tampoco lo ampara. En estos momentos, ofrece la misma dinámica aterradora que la pasada temporada lo mandó directo a Segunda Federación. Es el peor equipo de la categoría en las últimas siete jornadas en las que solo ha sumado tres de los 21 puntos en juego, con un bagaje de cuatro derrotas consecutivas y tres empates.
Unos números similares a los de la pasada campaña, en los que el colectivo azulillo entró en barrena con una parálisis institucional idéntica a la actual a la hora de buscar soluciones. Es decir, arrastra los mismos males que con Jesús Medina en la presidencia del club.
El fracaso deportivo ha sido como una losa demasiada pesada que se ha prolongado, casi por inercia, en el estado de ánimo de los profesionales y del entorno en general. El plantel está muy por debajo de las previsiones, incluso las más pesimistas, puesto que, a fecha de hoy, está solo tres puestos por encima del descenso, siendo, según el consejo de administración, el sexto presupuesto más bajo del Grupo IV de Segunda Federación. Siguiendo ese patrón que defienden los dirigentes, el Linares se encuentra, más o menos, en el lugar que merece, pero, para la afición, es todo lo contrario.
Solo basta ver temporadas anteriores en Segunda B, con presupuestos más que ajustados y bastantes jugadores criados en la cantera, en las que el equipo solventó la papeleta. Dos ejemplos son la campaña 15/16, en la que el Linares tenía solo un punto menos en un grupo con 20 equipos de muchísimo más potencial, y 08/09, con una plantilla a la que se le debían prácticamente todas las nóminas. En la jornada 14 estaba en mitad de la tabla con 16 puntos y en su vestuario había siete canteranos. Manuel Tomé no solo salvó al Linares del descenso, sino que hubo jornadas en las que coqueteó con las eliminatorias por el ascenso a Segunda A.