Meses antes de la fecha marcada en rojo en el calendario, el Antequera CF tenía en el bolsillo el ascenso a Primera Federación. Podía haberse tomado el resto de curso con cierta relajación, sin necesidad de apretar el acelerador. Pero no lo hizo. El campeón del Grupo IV de Segunda Federación ha machacado todas las estadísticas. No solo ha dado un salto de categoría histórico, sino que, además, lo ha hecho por la puerta grande.
En sus filas juega un chaval de 27 años de Baños de la Encina. Se llama Michael Conejero Corpas, un extremo derecho con un potencial desequilibrante enorme gracias a su velocidad, talento y, sobre todo, pundonor. Consigue propulsiones inauditas sin mover otra cosa que las pantorrillas. Es un cohete casi imposible de detener con el balón pegado al pie.
Criado en las canteras del Linares y del Real Jaén, firmó por el club blanquiverde hace dos veranos, después de pasar por el Ciudad de Lucena y el Torredonjimeno en Tercera División, siempre cerca de casa. «Soy un enamorado de mi pueblo y de la familia», asegura a este periódico.
Aventura en Estado Unidos
Sin embargo, no dudó en cruzar el Atlántico para hacer las américas. Se marchó a Hattiesburg, una ciudad del Condado de Forrest, Misisipi, donde fue becado por la William Carey University, y compaginó los estudios con el fútbol. Fueron cuatro años llenos de experiencias y vivencias, en los que aprendió inglés y también vio el deporte desde otra perspectiva.
Estados Unidos y el fútbol le han permitido crecer como persona. En el Antequera ha desplegado la madurez que transmite. Segundo capitán del equipo, solo una lesión le ha impedido rendir cómo él hubiera deseado. Con todo, ha disputado 18 encuentros esta Liga, de los que 14 han sido como titular, con un saldo de cuatro goles (Macha Real, UCAM, Cádiz Mirandilla y Utrera).
Lo curioso —contra la tentación habitual— es que no abusa de su habilidad. Al contrario. Ve el fútbol con tanta claridad que encuentra soluciones asociativas antes de emprender el mano a mano. Es un estilo de futbolista que gusta y encaja como un guante en los sistemas que apuestan por las bandas, como es el caso de Abel Segovia, un entrenador que ha hecho malabares con un proyecto modesto hasta alcanzar la gloria.
Expectativas colmadas
Michael Conejero Corpas no puede estar más feliz. «Sigo en una nube. Ha sido increíble». En su opinión la clave del ascenso ha estado en la propia ambición del colectivo. «Muchos pensaban que después de Navidad nuestro rendimiento bajaría, pero ha pasado todo lo contrario», relata.
Este hito le ha abierto las puertas de la Primera Federación, una división más cercana al profesionalismo. Acaba contrato con el Antequera el 30 de junio. Ya ha mantenido alguna que otra conversación para rubricar la renovación, aunque, de momento, las negociaciones están en stand by. Su único deseo es seguir progresando. Subir peldaños en su carrera deportiva y alcanzar cotas importantes que lo hagan feliz.
