Miguel Ángel Díaz García (Linares, 1977) atiende el teléfono mientras un caballero espera su turno para cortarse el pelo. De pronto, otro hombre aparece por la puerta y le tiende la mano para darle la enhorabuena. «Muchas gracias», responde el peluquero con gesto de agradecimiento.
Es un día más en la vida del único profesional de la provincia de Jaén que puede presumir de contar con el distintivo Q de Calidad y la Estrella Global Salon otorgada por theQhair, la guía de la élite de las peluquerías. Si habláramos en términos gastronómicos, es como si le hubieran concedido la estrella Michelin, nada más y nada menos.
Pertenece a una estirpe de peluqueros que arranca con su tío abuelo en 1936, con el primer establecimiento en Linares. Posteriormente, su padre y mentor monta en 1977 la archiconocida Peluquería Lillo en la calle Isaac Peral. La saga, compuesta por 18 peluqueros, ha pelado y peinado a generaciones enteras de linarenses. Raro es el que no ha pasado por las manos de alguno de los Lillo alguna vez en su existencia, ya sea para la primera comunión o contraer nupcias.
Sin embargo, mantener durante tanto tiempo la confianza de hombres y mujeres no es cuestión de suerte, sino de un laborioso trabajo de aprendizaje, innovación y vanguardia. En cierto modo, Miguel Ángel es un creativo de su oficio. Antes de coger el peine y las tijeras, observa al cliente con detenimiento para detectar sus rasgos más sobresalientes y sus posibles debilidades, tal y como hace un artista cuando se dispone a pintar un retrato o un paisaje.
Cada puntada que da con las tijeras, cada golpe de navaja, tiene un sentido que va más allá de lo estético para adentrarse en lo psicológico. No solo quiere que el cliente se marche satisfecho, sino que se sienta seguro de sí mismo. Ese don se gana con la experiencia, pero también con un sexto sentido que Miguel Ángel tiene especialmente agudizado.
Lo suyo es alta costura o alta cocina, según se mire. Es un creativo de la peluquería, adaptado siempre a la continua transformación de los tiempos, que incluye la experimentación, como método para alcanzar la excelencia. Sus peinados y cortes de pelo agrupan varios estilos, en los que la imaginación cobra significado. Son horas y horas de ensayo y error hasta que da con la idea que persigue. En su vocabulario, la palabra imposible no tiene cobijo.
Miguel Ángel es un tipo sencillo, humilde, al que la larga lista de premios que ha ganado a lo largo de su carrera no ha alterado para nada el ego, en un gremio en el prima, en demasiadas ocasiones, el narcisismo.
Preguntado si existe el peinado perfecto, el peluquero linarense asegura: «La perfección no existe. La busca e intentas conseguirla, pero nunca se consigue. La formación que puedes tener es poca para avanzar en el oficio», afirma.
Pero Miguel Ángel no está solo. Dispone de un equipo en el que le acompañan Iván García y Jesús Ayas, que se incorpora la próxima semana a Peluquería Autor Miguel Ángel Díaz, ubicada en la linarense calle Sagasta, a solo unos pasos de la Plaza del Ayuntamiento.
Fotos: Javier Esturillo
Es un maestro y creador,con una A de Artista Mayúscula.¡¡ Que grande eres!!