La Semana Santa ha puesto las calles de Linares de bote en bote. La ciudad aspira a recuperar el impacto económico que alcanzó antes de la pandemia, y a tenor de las primeras estimaciones así será. Baste decir que los hoteles rozan el 90 por ciento de ocupación en este puente y reservar una mesa en un establecimiento hotelero resulta poco menos que misión imposible.
«Lo cierto es que el público está respondiendo y aún queda los días más fuertes», apunta a este periódico la propietaria de una cafetería de la calle Julio Burell. Y todo ello a pesar de la inflación. Pero el buen tiempo que acompaña desde el pasado Domingo de Ramos y la llegada de familias linarenses que residen en otros lugares ha hecho que Linares presente un aspecto espectacular.
La Semana Santa representa «un impulso importante para la economía y el empleo de la localidad». No en vano está marcada en rojo en el calendario de uno de los sectores clave como es la hostelería, después de dos años durísimo debido al Covid-19.
Declarada Bien de Interés Turístico Nacional de Andalucía, la cita cofrade linarense es una de las más singulares y atractivas de la provincia que atrae a mucha gente de fuera. «Este año hemos notado un aumento considerable, sobre todo para el Jueves y el Viernes Santo», sostiene el jefe de rececepción del Hotel Victoria, Jaime Cerón.
