Ha pasado casi un año desde que ‘Home’ apareciese en escena. El tercer álbum de Shidow más allá de la consolidación de la formación era un claro manifiesto de por dónde van los tiros de su carrera. Después de girar por salas y festivales, el proyecto que lidera Javier Hernández quería despedirse en casa, con un público renovado y fieles incondicionales.
En un concierto de Shidow no basta con prestar atención. La banda de Linares ha conquistado un estatus tal de relevancia que demanda (y consigue) del auditorio una actitud reverencial. Los asistentes al Teatro Cervantes disfrutaron desde el tramo inicial, copado por el repertorio más reciente que estuvo a la altura, tanto en las piezas más expeditivas como en las más suaves. El público no perdió comba en todo el directo, con unos músicos tan trascendentales como el espectáculo en sí.
La asombrosa capacidad para crear atmósferas preciosistas, contundentes y cautivadoras, apoyadas en la voz sensible y ligera de Javier Hernández, suministra alimento anímico para los asistentes. El suyo es un rock para rearmarse por dentro, muscular y poético, propenso a la embestida con trazo fino, con temas como ‘She is my Life’, ‘Vavilloms’, ‘Hurricane’, de su último EP, sin olvidar los ya conocidos: ‘Buffalo’, ‘Kisses and glory’, ‘Revolution day’ o ‘Cracy’.
No los tocaron ni cantaron solos. Subieron al escenario a amigos para que los acompañaran en el fin de fiesta de la gira ‘Home’. Así se sumaron a la apoteosis Teresa Mood, Pedro Escondido y Carlitos Hojas. A la salida del Teatro Cervantes, era fácil sentirse reconfortado y percibir el eco emocional que transmite Shidow, un grupo de músicos capaz remover sensibilidades a través del venerable lenguaje del rock.
Fotos: Ayuntamiento de Linares y Chus Olsson