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Torres, sin trampa ni cartón

El técnico linarense decide poner fin a su carrera en los terrenos de juego, agradecido al Torredonjimeno y a su afición por la comprensión y el cariño recibido

Por:Javier Esturillo
Torres se encamina hacia el banquillo en un partido de UDC Torredonjimeno.

El mundo del fútbol está lleno de trampas y cartones. Se camuflan con oropeles que envilecen el oro, pero son al cabo engaños y añagazas, desviaciones burdas y a veces aberrantes respecto del original a fin de domesticar el balón para que resulte más digerible o, en la mayoría de los casos, para privarlo de buena parte de su autenticidad.

Muchos logran dinero, fama y premios de esta guisa, vendiendo sus productos como verdaderos mercachifles y haciéndolos pasar por lo que no son. Antonio José García, Torres, no pertenece a esa estirpe. Él se crio en otros valores. Quizá transmitidos por su padre, uno de los más grandes que han vestido la camiseta del Linares, o quizá adquiridos a base de desengaños.

Lo cierto es que ha dicho basta. Torres ha decidido dar por terminada su relación con los terrenos de juego. La noticia, avanzada por Diario JAÉN, ha cogido por sorpresa a todos, aunque desde hace tiempo barruntaba esta posibilidad. «En la vida, llega un momento en el que es necesario dar un paso al lado, y creo que ha llegado ese momento», relata a este periódico.

Torres da instrucciones a sus jugadores durante el partido del Torredonjimeno frente al Malagueño. Foto: Paco Olmo

Torres anda «jodido», porque han sido muchos años vinculados a este deporte, primero como jugador y, después, como entrenador, pero consciente de que «es lo mejor». Solo tiene palabras de agradecimiento para la UD Ciudad de Torredonjimeno, club que apostó por él este verano después de varias temporadas brillantes con el Torreperogil. «Se han portado de maravilla. Su comportamiento ha sido ejemplar. Solo puedo darles las gracias una y mil veces tanto a la junta directiva y a la afición por su apoyo y confianza, incluso en los malos momentos», señala con un nudo en la garganta.

Dice que detrás de esta determinación hay muchos motivos, uno de ellos es la salud. «Es lo primero y he de reconocer que los banquillos ya no son lo mío», afirma con esa sinceridad que le caracteriza.

Torres antepone los valores al éxito fácil. Lo demostró en su etapa en el Linares, club que sacó de las catacumbas para devolverle el brillo de antaño. Salió de Linarejos -de su casa- mordiéndose la lengua. Y así sigue seis años después. No se siente ni una leyenda ni un mito del linarensismo, aun cuando la historia dice lo contrario.

Se marcha del fútbol con la cabeza bien alta, sin rencores y con la conciencia tranquila. El único pellizco que lleva en el corazón es no haber podido corresponder al Torredonjimeno como se merece.

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