Gabriel Quesada Calzada no quiere irse de Baños de la Encina. Otros conocidos han buscado acomodo en poblaciones cercanas como Linares o Bailén. Él, en cambio, ha decidido crear un proyecto de vida en el pueblo que lo vio nacer hace 37 años.
Sin embargo, no resulta nada fácil frenar el éxodo de las zonas rurales. El Ayuntamiento de Baños de la Encina lo trata de hacer a través de una promoción de suelo para vivienda pública. Y, de momento, la jugada le ha salido bien. La calle Minillas, ubicada frente al Auditorio Municipal, es de nuevo cuño. «Es la primera que se ha creado bajo mi mandato», dice con orgullo el alcalde, Antonio las Heras.
Un par de albañiles trabajan en la parcela contigua a la casa de Gabriel Quesada, quien dentro de poco contraerá matrimonio. Trabaja en una empresa del Polígono Industrial Guadiel, en Guarromán, y el poco tiempo que le queda libre lo pasa pendiente de la que será su futura vivienda. «Le queda solo ponerle las puertas y los remates finales», añade.
Como el resto de vecinos esa vía, aprovechó las facilidades dadas por el Consistorio bañusco para comprar el solar y hacer realidad el sueño de una casa. «El terrenos no salió por muy buen precio y, además, tenemos una serie de bonificaciones. Al final, esta opción es mucho mejor que marcharse a Linares o Bailén», asegura. En total, el desembolso será de unos 120.000 euros para una vivienda de 90 metros cuadrados habitables, con terraza, patio interior y una espaciosa cochera de 105 metros cuadrados que su pareja utilizará como local para su negocio de venta de piensos.
Para Gabriel Quesada, poner a disposición de los bañuscos suelo a un precio razonable (unos 11.000 euros de media por parcela) y rebajas fiscales favorecen el acceso a la vivienda y contienen el éxodo a las urbes de las zonas rurales. «Supone un gran ahorro y la vida es mucho más eficiente fuera de la gran ciudad», remata.
Además, otro de los factores que han favorecido que la promoción de terrenos en la calle Minillas sea un éxito es la idea romántica que aún se tiene de la cercanía y del apego a la comunidad. A diferencia de lo que ocurre en lugares de mayor tamaño donde las relaciones personales se han deshumanizado. «Mi gente está aquí», dice Gabriel mientras enseña orgulloso su nueva casa.
