El curso político ha comenzado de manera oficial este jueves, tras la vuelta de vacaciones, con el pleno ordinario correspondiente al mes de septiembre, que ha sido duro en los tonos, en determinados momentos, pero suave en los contenidos. De hecho, los puntos más importantes se han aprobado sin problemas, al igual que las mociones registradas por el Partido Popular y Cilu.
Lo curioso o anecdótico, según se mire, son las numerosas ausencias en esta primera sesión del nuevo curso. Hasta seis concejales no han ocupado su sillón en el salón de plenos de la Estación de Madrid. De esos seis, tres lo han seguido por vía telemática: Pedro Cintero (Cs); Daniel Moreno (PP) y Joaquín Robles (no adscrito) y otros tantos ni han aparecido por el hemiciclo: Daniel Campos (PSOE); Teresa López (Cs) y Raúl Caro-Accino (Cs), quien el domingo remitió el escrito de renuncia de su acta que no se hará efectiva hasta el próximo pleno.
Unos por motivos de salud y otros por distintas razones, lo cierto es que la imagen desangelada que presentaba la sesión –sin apenas público– dista mucho de lo que desean los linarenses en un momento crucial para la ciudad.
Al margen de esta circunstancia, lo más reseñable ha sido la aprobación de forma unánime de la solicitud a la Junta de Andalucía de la declaración de las Fiestas Íbero Romanas de Cástulo de Interés Turístico de Andalucía. Una propuesta que venía resuelta de comisión, pero fue trabajada por el anterior equipo de Gobierno.
También ha salido adelante, con la aportación de los distintos grupos, las mociones del Partido Popular contra la ocupación ilegal de viviendas y de Cilu para crear un espacio de participación con vistas a mejorar la Feria San Agustín del próximo año.
Como es habitual, los enfrentamientos entre el Gobierno y el núcleo duro de la oposición, claramente marcado por PP y CS, se han producido en el tiempo de ruegos y preguntas, en el que ha salido a relucir rencillas sobre los presupuestos de 2022, la licitación de las luces de las fiestas de agosto, el aparcamiento de Santa Margarita y la falta de personal en distintos departamentos de la Administración local. Nada nuevo, por otro lado.
También resulta interesante los eufemismos que utilizan determinados concejales del PP y Cs para dirigirse a Javier Perales. Desde que asumió el bastón de mando del Ayuntamiento, tratan de evitar a toda costa referirse a él como alcalde. Incluso, en un lapsus por deformación profesional, Antonio Barrios, abogado en ejercicio, le ha llamado hoy señoría. El popular José Luis Roldán le dice directamente primer edil y otros emplean simplemente, señor Perales.