Un seísmo afectó el pasado 6 de febrero a la zona fronteriza entre Turquía y Siria y se cobró la vida, según las últimas cifras, de más de 50.000 personas. La catástrofe dejó un panorama devastador, no solo en los edificios y calles, sino en las familias y seres queridos de las personas fallecidas. Después de el inmediato duelo llegó la apreciación de lo que es quizá la realidad más dura a la que se enfrentan los supervivientes de la catástrofe, el seguir con sus vidas.
Nada más producirse el suceso, como es lógico, Linares se sumó a la ola solidaria que recorrió todos los puntos de Andalucía y del resto de Europa. El Ayuntamiento, a través del área de Bienestar Social, fue la encargada de canalizar la recogida de material con destino a los damnificados.
Desde la ciudad salieron dos camiones, uno el 8 de marzo y el otro el 17 de ese mismo mes, cargados de ayuda humanitaria, principalmente ropa y alimentos infantiles. El primero fue recepcionado por la embajada turca, mientras que el segundo llegó fuera de plazo y regresó a Linares.
El conductor de ese segundo camión telefoneó a la concejal del ramo, Paqui Díez, para explicarle la situación. La responsable municipal autorizó su regreso y ordenó que la carga fuera redireccionada a las Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación, según afirman a este periódico fuentes del Consistorio linarense, que añaden: «Hasta en dos ocasiones se informó de ello al PP y la oposición, una por escrito y otra en comisión», rematan. Así lo constata el concejal de Ciudadanos, Pedro Cintero, quien confirma que fueron informados en la citada comisión.
La congregación se puso en contacto con otras organizaciones para hacer un reparto equitativo entre las familias más desfavorecidas de Linares, una vez que el material que no pudo llegar a su destino. Así, voluntarios de Cruz Roja y de Cáritas, por ejemplo, recogieron las cajas para entregarlas, posteriormente, a sus usuarios.
En el caso de Cáritas fue a las parroquias de San Juan de Ávila, San José y Santa Bárbara, tal y como confirma a este periódico su presidente, Cristóbal Lupiáñez.
Polémica y petición de dimisión
El Partido Popular criticó en rueda de prensa la gestión municipal en relación con el convoy de productos de primera necesidad para los damnificados del terrible seísmo. Su portavoz y concejal, Susana Ferrer, no solo lamentó la “falta de información”, a pesar de la insistencia de su grupo, por parte de la edil de Bienestar Social, sino que pidió su dimisión al considerar que «ha mentido a los linarenses». “Volvió con la misma carga de material Linares y escondido en un almacén. Esto pone en evidencia su incapacidad”, añadió Ferrer en rueda de prensa.
También habló sobre este asunto el presidente provincial del PP, Erik Domínguez, quien denunció la «manipulación» del equipo de Gobierno con algo «tan sensible como la solidaridad de los linarenses». «Los hechos nos parecen gravísimos, puesto que han manipulado y tergiversado la realidad» y «han jugando, en su opinión, con la caridad y solidaridad del pueblo de Linares», acusó. En este punto, pidió, al igual que su compañera, la dimisión de la edil que es, además, diputada provincial.
Del mimo modo, dijo que «no se sabe dónde está el material» e incluso insinuó que «algunos alimentos son perecederos y se van a tener que tirar». Algo que contrasta con la opinión de las propias organizaciones que ya han distribuido esos productos entre las personas más necesitadas de la ciudad.
Increpretada
La situación derivada de la rueda de prensa del Partido Popular alteró los ánimos de más de un ciudadano que pagó su indignación con la propia concejal de Bienestar Social que, este viernes a última hora de la tarde, fue increpada en plena calle por un grupo de personas.
Fue en el entorno de la calle Baños, donde Paqui Díez soportó la ira de varios linarenses quienes la insultaron delante de su hijo pequeño. Fruto de ello la responsable municipal sufrió un ataque de ansiedad y tuvo que abandonar la zona deprisa y regresar a su domicilio, abochornada por lo sucedido.