Desde mi estudio veo la torre del Silo. En un momento de un día cualquiera de mediados de diciembre la vi tornarse en azules. Primero me llamó la atención: «Estarán adecentándolo; por fin», pensé en un principio. Pero mi yo desconfiado me asustó: «¡A que se está cometiendo otra barbaridad!», me dijo ese yo.
Recuerden que la palabra ‘barbaridad’ procede de ‘bárbaro’. Y el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en su quinta acepción, nos indica, entre otros, los siguientes sinónimos de esta: inculto, ignorante, rudo, tosco, … cerril.
Seguimos. Una vez nos acercamos la presidenta de la Asociación Vecinal Estación de Almería y yo mismo, que ejerzo en la junta directiva de vocal de Cultura, nuestras sospechas se cumplieron al 100%.
Según cierto medio de prensa digital: “El Ayuntamiento de Linares, a través del área de Juventud, sigue trabajando para recuperar el Silo del Cereal como espacio para la promoción de la cultura local. El objetivo no es otro que convertir este equipamiento municipal un lugar transformable capaz de acoger danza, teatro o música”.
Objetivo loable, sí señor. Y más adelante sigue: «El Silo del Cereal se somete en estos días a un lavado de cara en su exterior en el que cobra especial protagonista el artista urbano Murfin, quien está inmerso en la creación de un gran mural en uno de los laterales del edificio».
Pero no es uno, sino tres: caras sur, norte y este. La cuestión es que ¡en las caras sur y este había sendos grafitis o murales del italiano Blu. Eran conocidos como ‘El huevo atómico’ y ‘Pinocho’ (este aún puede intuirse en la foto que ilustra la entrada del silo de Linares) en la enciclopedia libre Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Silo_de_Linares_b.jpg.
¿Y quién era Blu? Porque lo normal es preguntárselo o mirar en Wikipedia donde podemos leer: «Blu es el pseudónimo de un artista italiano que decidió permanecer en el anonimato (al igual que Banksy). Lo poco que se sabe sobre su identidad es que vive o vivió en Bolonia, Italia y que participa en la escena del arte urbano desde 1999» .
O preguntarlo ¿A quién? Pues a la gente que sabe, por ejemplo a la empresa Rampa que, como sabrán en el área de Juventud, es una empresa dedicada al arte urbano y que cotiza en Linares y a cuyo frente está Miguel Ángel Belinchón, Belin.
Algunos, a través de hijos o amigos jóvenes, también lo sabíamos. Y lo que es peor, se lo habíamos dicho a diferentes corporativos del equipo de Gobierno: hace unas pocas semanas. Por ejemplo, yo mismo le mostré las obras de Blu en el silo a la titular de la Concejalía de Participación Ciudadana.
Por cierto, se habla mucho de participación, pero llegados casos como este se les olvida que las asociaciones (culturales, vecinales, etc.) estamos aquí y, en ciertos momentos, conocemos la realidad mucho mejor que el Ayuntamiento.
Preguntar, asesorarse adecuadamente, hacer partícipes a las entidades ciudadanas no es símbolo de debilidad, sino de inteligencia. El título de esta firma (Linares tenía un Blu, ya no lo tiene) son palabras de la indignación de Belin en esta fresquita mañana de enero.
Hemos perdido al menos dos obras de Blu, porque no sé si el muñeco articulado de la cara norte también era del artista italiano conocido internacionalmente. Con “el lavado de cara” que escribía el periodista, se han llevado una parte de la historia del arte urbano en Linares y en Europa. ¡Qué pena, cuánto daño hace la ignorancia