La calle Joaquín Ruano, conocida popularmente como Nueva, es de las pocas del centro de Linares completamente peatonales. De un tiempo a esta parte, ha aumentado el número de establecimientos hosteleros ubicados en este lugar hasta convertirse en la zona de moda para el tapeo y el tardeo en la ciudad minera.
El pasado 24 de diciembre no cabía un alfiler en esta estrecha vía pública que conecta la calle Ventanas con Isaac Peral y las 8 Puertas. Tal era la aglomeración de gente, que hubo vecinos a los que le fue casi imposible acceder a sus domicilios. Las quejas de los residentes no se hicieron esperar y más de uno subió fotos a sus perfiles de redes sociales denunciando la situación y el alboroto. «Era como un botellón», señala a este periódico el propietario de un establecimiento.
Es cierto que tanta algarabía coincidió con una fecha señalada en la que la mayoría de pueblos y ciudades se llenan hasta la bandera debido a la llegada de personas que residen de manera habitual en otros puntos del país e incluso del extranjero.
Los vecinos consultados por este medio reconocen que «suele haber gente los fines de semana, pero lo del día de Nochebuena fue exagerado, muy molesto», añaden.
Las dinámicas de la fiesta son imprevisibles, pero es cierto que la calle Nueva ha ganado solera por la acumulación de bares, cafeterías y locales de ocio, puesto que está cerca de otra zona con mucho movimiento de gente, como es Cervantes y Espronceda, donde también han abierto nuevos establecimientos de restauración y hostelería.
Difícil convivencia
La convivencia entre el ocio y el descanso siempre es difícil, y no está ceñido a una época concreta. Por norma general, es un fenómeno que se reproduce cada cierto tiempo. Pasó, en la década de los 90 y principios de 2000, en el área comprendida entre Doctor Fleming, Marqués y Menéndez Pelayo. Se convirtió en un símbolo de un nuevo Linares, como ocurre ahora con Joaquín Ruano.
Sin embargo, la presión vecinal, por el desgaste de los ruidos y las molestias que generan este tipo de negocios, obligó al Ayuntamiento a tomar medidas para evitar que la situación se desmadrara. Poco a poco fueron bajando la persiana los pubs y la ‘movida’ se diseminó por otros puntos del municipio.
Sea por lo que sea, hosteleros tienen derecho a hacer caja en unas fechas marcadas en rojo en el calendario [como Semana Santa], mientras que los vecinos también se amparan en su derecho al descanso.
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