Hoy podemos empezar este artículo de opinión, con la llamada del jefe de pista de un circo a los observadores clientes, que esperan en la fila con el deseo de ver el espectáculo.
Este sería el inicio, porque sin duda alguna las redes sociales se han convertido en el circo que nos da un espectáculo diario. Un hecho que no tendría más transcendencia y que, a los ojos de la que suscribe, sería hasta algo bueno, ya que nos acerca a un entretenimiento más, de no ser, porque algunos de los usuarios de estas redes, bajo la falsa apariencia de impunidad, las utilizan como su «vertedero personal», en el que vierten toda su ira o frustración, a base de insultos, improperios, incluso amenazas que, sin duda alguna, en la mayoría de las ocasiones van estrechamente ligadas a tipos delictivos recogidos en nuestro Código Penal.
Flaco favor le hacemos a nuestro Derecho consagrado de libertad de expresión, ya que como digo, no son opiniones, que independientemente de las mismas, sean perspicaces o incluso con algún ápice de humor negro o que nos acerquen a la audacia del que las escribe, sino que son directamente palabras en la mayoría de los casos dañinas y escritas desde la opacidad de una pantalla.
Con ello dan la falsa sensación al que las escribe de que la parte doliente nunca averiguará quien las realiza, y que en la mayoría de las ocasiones encierran delitos de odio, injurias, calumnias, que, aunque ya se encuentra tipificadas en nuestro Código Penal, hay quien con la inocencia de un niño cree que no son aplicables a las redes o que simplemente entienden que por ser realizadas de forma anónima quedarán impunes.
El lector espera, que esta “Escritora Frustrada”, tras su presentación en sociedad como una articulista de Opinión política y de sociedad de nuestro Linares, se acerque a su línea de opinión, y sin duda alguna, no dejaremos huérfano dicho deseo.
Las organizaciones y partidos políticos, pese a que, en su mayoría, tienen un sabor mucho más añejo que las redes sociales, han tenido que amoldarse a los nuevos tiempos y formar parte de las mismas.
El problema deviene de que los partidos políticos están acostumbrados a la exposición de información de forma unidireccional, por medio de notas de prensa o ruedas de prensa que en su gran mayoría son pactadas; y con la entrada de las redes se encuentran con una bidireccionalidad, que en la mayoría de las ocasiones no agradan a los (permitidme la expresión) “Goliat”, que se ven mermados y atacados por millones de pequeños “David” que los vapulean con sus opiniones.
“Opiniones”, que hermosa palabra, aparejada a nuestra libertad de expresión, insisto, siempre y cuando sean legitimas y carezcan de apariencia delictiva, independientemente de que vayan ligadas a un nombre o un seudónimo.
Pero ¿cuál es la solución que ha dado “Goliat” a esta intromisión del usuario en redes sociales, que vulnera su apariencia de ser el conocedor de toda la verdad?
¡Pasen y vean! El jefe de pista saca toda una tropa de escritores que actúan como una autentica barrera a las opiniones discordantes, bajo la creación de perfiles falsos, que intentan aniquilar a todo aquel que piense de forma distinta.
Insisto, que dicha actuación, carecería de importancia (obviando claro está su inmoralidad), si no se utilizara esta fingida opacidad para insultar o injuriar a todo aquel que discrepe.
Así las cosas, invito al lector a realizar un pequeño recorrido por nuestras redes sociales, pero con ojos “juzgadores” que escudriñen toda la actividad relatada y que hagan una visita a su buscador favorito, a fin de conocer de primera mano los delitos en las redes sociales, como son perseguidos y condenados, comprobando que la impunidad de lo anónimo, no es más que una falsa sensación.