Memoria en el hogar. Conciencia íntima. Debate en el barrio. Y lucha… en la calle. Esa secuencia condujo a Juan José Reca a involucrarse en el movimiento vecinal de Linares en los inicios de la Transición, a finales de década de 1970.
Natural de Hospital de Llobregat, traslada el activismo de barrio de tierras catalanas a la ciudad minera. Se integra rápidamente en la Asociación de Vecinos San José y crea la Federación Himilce, donde juega un papel fundamental en la lucha por los derechos de los linarenses.
El Gobierno de España, a través del comisionado para la celebración de los 50 años de España en libertad, ha valorado su labor y la de otras quince personas que como él creen en el asociacionismo vecinal. Fue en un acto celebrado en el Centro de Sociedad y Cultura Contemporánea de Bilbao (Azkuna Zentroa).
Reca, que junto con compañeros de Úbeda, Andújar y Jaén formó la Confederación Provincial de Asociaciones de Vecinos (Cava Jaén), es un hombre recto, de principios sólidos, que puso tesón e ingenio, a costa de esfuerzos ímprobos, para vertebrar una protesta organizada y eficaz con el único propósito de cambiar la ciudad y hacerla habitable.
Batalla cada día por el Linares deprimido y marginal, castigado por el abandono de las autoridades, mediante el asociacionismo construido por el boca a boca y la solidaridad. Reca entiende, además, que el movimiento vecinal es un frente de lucha democrática que debe dar respuesta directa y permanente a las demandas de los ciudadanos y las ciudadanas.

Memoria de una lucha
Bajo el nombre ‘Barrios, memorias, luchas’, el Estado asumió en Bilbao, de forma expresa, su obligación de proteger, mantener y promover la memoria democrática de estas personas y los colectivos vecinales que, desde los barrios, lucharon por derechos básicos como la vivienda digna, el acceso a la sanidad, la educación pública, los servicios sociales y la mejora de las condiciones de vida en las ciudades y pueblos de toda España.
En una etapa marcada por la represión, la incertidumbre y el deseo colectivo de cambio, miles de personas anónimas se organizaron en asociaciones vecinales para exigir justicia social, participación democrática y equidad territorial.
El homenaje subrayó que la democracia no solo se construyó en las instituciones, sino también en las plazas, en los centros cívicos, en las asambleas barriales, donde se tejieron redes de solidaridad y se forjaron consensos que anticiparon y acompañaron los cambios políticos. Hoy, medio siglo después, esas luchas siguen vivas en los derechos conquistados.