Linares es una ciudad de tradición universitaria. Su floreciente industria minera hizo que en 1892 el Ministerio de Fomento, presidido por el compostelano Aureliano Linares Rivas, creara la Escuela de Minas. Se ubicó en unos locales del Ayuntamiento, donde se formaron capataces de Minas y maestros de Fundición. Estaba entre una de las cinco escuelas especiales de proyección científica junto con ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Montes, Agrónomos y Obras Públicas.
Poco después, en 1910, se crearía en la ciudad Escuela Superior de Artes Industriales y, en 1976, el Gobierno autorizó la implantación Escuela Universitaria Politécnica, consiguiendo el grado Superior en 2005.
Tras de una movilización ciudadana sin precedentes, a raíz de la pérdida de Trabajo Social, se logró que el compromiso de la Junta de Andalucía para la construcción del Campus Científico Tecnológico, siendo, hasta el momento, la mayor inversión pública de la historia reciente del municipio.
Sin embargo, ese moderno espacio estaba huérfano de contenido. Dicho de otro modo, su oferta académica era insuficiente y poco atractiva para los estudiantes, a pesar de estar entre los mejores centros universitarios dela comunidad autónoma por la calidad de sus instalaciones y de sus profesores.
La llegada de Manuel Valverde Ibáñez a la dirección de la EPSL representó un estímulo y aires renovados para el Campus. Criado en el barrio obrero de Santa Ana, Valverde se batió el cobre para que la Escuela no fuera un convidado de piedra en el mapa universitario andaluz. Su apuesta por la investigación y el desarrollo de proyecto innovadores se ha visto reflejada en innumerables reconocimientos.
Pero a Manuel Valverde le faltaba un aliado para explotar todo el potencial del Campus. Y ha encontrado esa ayuda necesaria en otro linarense, Nicolás Ruiz Reyes, rector de la Universidad de Jaén desde el pasado verano. Ambos, además de nacidos en la ciudad minera, son de la ‘casa’, es decir, se han licenciado en la EPSL, de la que también son profesores.
El binomio formado por Valverde y Ruiz está siendo clave para que Linares recupere ese brillo perdido en el ámbito académico. En menos de un año, las buenas noticias en torno a la Universidad no han parado de sucederse.
Primero con la reactivación de los dos antiguos edificios de Peritos, en Alfonso X el Sabio, que, en un futuro próximo, serán sede de los nuevos juzgados y de una residencia de estudiantes, amen de una extensión cultural del Campus y del programa Aula Abierta de la UJA.
Y, ahora, con el anuncio de la llegada de cuatro nuevas titulaciones -Ingeniería Biomédica, Ingeniería y Sistemas de Datos y Matemáticas, Ingeniería de la Energía e Ingeniería de Industria Digital- y dos másteres -Digitalización y Gestión Agrícola e Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos-, que supondrán un salto cualitativo y cuantitativo para la Universidad en Linares.
En palabras del propio rector, su implantación jugará un «papel relevante» en la reidustrialización de la provincia y contribuirá a la profesionalización y modernización de sectores tradicionales, según el rector.
Contra las proclamas tremendistas, Linares enfila el camino de su recuperación de la mano del conocimiento, el arma más poderosa de transformación social. Los grandes avances de la humanidad no se entienden sin investigación y cooperación. Por desgracia, las decisiones individuales y, sobre todo, políticas [con demasiada frecuencia] han negado su validez.