Es difícil dilucidar si este martes, 22 de febrero, ha sido el día más perturbador para Raúl Caro-Accino como alcalde de Linares. Ninguno de sus movimientos para frenar la moción de censura han surtido efecto, ni siquiera el sacrificio político de su más leal colaboradora, la concejal de Economía y Hacienda, Noelia Justicia.
Las bases de Cilu, por amplia mayoría (un 75 por ciento de los que ejercieron su derecho al voto), decidieron, pocas horas después de producirse la dimisión de la edil de Ciudadanos, activar los mecanismos para detonar el cambio de Gobierno en la ciudad minera que volverá a manos del PSOE, si se cumple la hoja de ruta diseñada y pactada por el líder socialista, Javier Perales.
La moción de censura arrastrará al Partido Popular a la oposición, curiosamente contra el que no se ha escuchado voz crítica desde que estalló la crisis en el Ayuntamiento, más allá de algún rifirrafe en el salón de plenos.
Tanto Caro-Accino como Justicia han estado en el centro de la diana de la oposición por distintas razones, pero, principalmente, por la falta de transparencia, su autocracia y, sobre todo, un modelo de gestión más empresarial que político que ha obviado, a juicio de sus adversarios, el día a día del municipio.
El alcalde se ha quedado con la mano tendida. Sus llamamientos al diálogo y a la responsabilidad en el debate sobre el Estado de la Ciudad han sido baldíos. Tampoco ha servido de mucho el apoyo de su partido a ámbito local -expresado ayer en un comunicado- ni el respaldo que recibió del presidente de la Junta en su última visita a Linares acompañado por todos sus consejeros.
A quince meses de las elecciones municipales, el Ayuntamiento afronta un momento convulso, quizá el peor de su historia reciente. Si la aritmética y lo dicho hasta ahora no falla, el socialista Javier Perales tomará el bastón de mando en los próximos días o semanas.
Al igual que su predecesor, gobernará en minoría una vez que la dirección del partido independiente descartó la posibilidad de asumir responsabilidades en el nuevo Ejecutivo.
Precisamente, desde que se conoció la votación de los afiliados de Cilu, sus tres concejales -Javier Bris, Javier Hernández y Myriam Martínez- han recibido una lluvia de críticas y descalificaciones en las redes sociales, algunas de ellas próximas al insulto y linchamiento público. Todo ello en medio de desmentidos y cruce de acusaciones entre los que fueron socios de Gobierno tras las municipales de 2019. Las pésimas relaciones entre ambos han terminado pasando factura.
