El Linares va camino de sufrir el peor descenso de su historia en sus distintas denominaciones. El humillante cinco a cero encajado frente al Atlético de Madrid B solo es la constatación del desastre de gestión económica y planificación deportiva de un curso que se está convirtiendo en un auténtico suplicio para el aficionado.
El equipo acumula doce partidos de Liga sin conocer la victoria, en los que solo ha sumado cuatro puntos de 36 posibles. Números que lo condenan no solo al sufrimiento más absoluto, sino directamente a la Segunda Federación.
Solo un milagro salvaría al Linares del cataclismo, más aún cuando la zona baja ha quedado fracturada con seis equipos peleando por la permanencia, y descienden cinco, toda vez que el cuadro de Campaña está a nueve puntos del San Fernando y a diez del Real Murcia.
La frialdad de los datos no engañan, al igual que la planificación de una plantilla menor, plagada de jugadores sin experiencia en la categoría a las órdenes de dos entrenadores, Óscar Fernández, primero, y ahora David Campaña también imberbes en Primera Federación.
El Linares es el peor colectivo de todos los que luchan por la salvación junto con el Recreativo de Granada. El Melilla, el Mérida y el Atlético Baleares han dado síntomas de recuperación.
Para lograr el objetivo, el cuadro minero necesita ganar (si o si) al menos diez partidos y empatar alguno que otro más en las 19 jornadas restantes, algo que, visto lo visto, es casi imposible.
Jesús Medina se empeña en transformar el relato a su favor. Pero, una vez más las estadísticas, juegan en su contra. Si se consuma el descenso, sería el segundo durante su etapa en la presidencia, amen de la peor clasificación del club en Tercera División de las cuatro últimas décadas (séptimo puesto) en la temporada 17/18.
En cuanto a las promociones de ascenso a Segunda B, bajo su mandato, se jugaron dos, y en ambas el equipo no logró el salto de categoría. Cayó a manos de La Nucía, en el partido de vuelta de la última eliminatoria, y, a la temporada siguiente, del Real Jaén, en la primera. Sin embargo, la reestructuración de la División de Bronce, debido a la pandemia, hizo que el Linares subiera de manera administrativa -en los despachos- tras haber acabado campeón de grupo.
Como ejemplo, en la presidencia de Pedro Sáez se disputaron otras tantos play off. En el primero, el equipo no consiguió el ascenso en el último duelo después de empatar a cero contra el Socuéllamos en Linarejos y en la segunda tocó la gloria en la eliminatoria de campeones frente al Castellón. Además, el equipo azulillo se mantuvo con un presupuesto muy limitado y un buen puñado de jugadores formados en la cantera.
En su haber queda el campeonato en una Segunda B mermada de clubes debido al Covid-19, dos clasificaciones para el play off a Segunda División y una más que merecida sexta posición en el segundo año de Primera Federación, así como las participaciones en la Copa del Rey, con la presencia histórica del Barcelona en Linarejos (éxitos conseguidos con Alberto González en el banquillo).
Todo ello sin profundizar más en la historia deportiva azulilla y combinado con más de una polémica, como que perciba un sueldo del club -ningún otro presidente lo ha hecho- o la transformación en Sociedad Anónima Deportiva, para evitar que la deuda se dispare al final de la campaña y estabilizar las cuentas, pero dejando la institución en manos privadas.