En esta última semana se ha producido un nuevo episodio de lo que habría calificar como el desorden político del mandato que está a punto de acabar. Desencuentros, continuos giros de guion y un desenlace inesperado a la altura de la mejor sátira de los hermanos Álvarez Quintero.
La inminente salida de Juana Cruz del Grupo Municipal de Linares Primero, después de que Juan Fernández, su hasta ahora líder, se postulara como candidato de la formación municipalista en las elecciones del 28 de mayo, enturbia aún más si cabe el clima político de una ciudad que no está para demasiadas bromas. «Linares no merece que estemos así. Por eso, quiero pedir disculpas», declaró Cruz en el programa Linares TeVé de PVT, que dirige y presenta Antonio Robles.
Y es que en el actual mandato se han vivido situaciones insólitas en la Corporación Municipal. Comenzó torcido, con un pacto de conveniencia, y prosiguió con una moción de censura judicializada y la salida de hasta nueve concejales, algunos de ellos ‘encajados’ ahora en listas de otros partidos con el único propósito de aferrarse a la vida pública.
Este mandato también pasará a la historia por la amenaza que han supuesto las redes sociales para la democracia y la libertad de la política local, pues han degradado las relaciones reales, han disminuido la capacidad de la gente de opinar y han debilitado la fe en la política.
Por desgracia, el escándalo, las acusaciones y las mentiras procaces venden más que la verdad y los matices, algo en lo que han contribuido de manera activa los propios concejales y exconcejales de la actual Corporación.
Con las placas tectónicas de la política linarense convertidas en dos bandos aparentemente irreconciliables, el terremoto de estas semanas parece haber dejado una desconfianza total a cien días de la cita con las urnas. El arroyo Periquito Melchor ya no es la única cicatriz que atraviesa la ciudad minera.