Nadie diría que Ángel Solana lleva 30 años taconeando en las tablas de los principales escenarios del país. El bailaor y coreógrafo está rejuvenecido, lleno de inspiración. Cada actuación suya es un éxito, se muestra muy firme y cuenta con el favor -y el fervor- del público. Además, y sobre todo, es ese artista con un conocimiento inagotable de su arte y la experiencia que dan los muchos años de carrera.
La presentación de ‘Mi raíz flamenca’ en el Teatro Cervantes fue una lección magistral de honestidad y amor a la danza. El violín de Daniel Román; el piano de Pedro Gallardo, las voces de Alba Martos y Juana Carmona, acompañadas por la guitarra de Paquiyo Cortés, y la percusión de Antonio Molina ‘El Chiri’ enriquecieron un recital al que se sumó su inseparable Marcos Cruz y el Ballet Español de Linares.
La combinación de todos estos elementos dio como resultado un espectáculo cohesionado y bien dispuesto, que se desarrolló de forma dinámica en un entorno intimista en ocasiones, y con un tono ascendente para, tras el clímax, regresar de golpe al punto del que se parte, la acechanza del tiempo y la soledad de la creación en un entorno desnudo.
Un planteamiento circular que contiene una suerte de compendio de la gramática bailaora del creador, pues los diferentes momentos que integran la función se nutren del baile que le ha caracterizado y definido en anteriores obras.
Ángel Solana triunfó en casa, rodeado de los suyos, de la gente que le quiere y de un público entregado desde el primer acto. El bailaor recibió un precioso homenaje de los presentes y del propio Ayuntamiento, con la alcaldesa, Auxi del Olmo, y la concejal de Cultura, Susana Ferrer, en primera fila del patio de butacas.