Casi 1.500 personas emigraron de Linares en 2021

La mayoría de los que se marcharon de la ciudad el pasado año lo hicieron a otras provincias andaluzas; solo 112 se fueron al extranjero

Por:Javier Esturillo
Un hombre mayor observa la partida de un tren desde la Estación Linares-Baeza. Foto: Marisidra López/Info Linares

Alguien dijo una vez que «partir es morir un poco». Dejar atrás la familia, los amigos, el barrio, la ciudad… Cargar la maleta. Cerrar las puertas de la casa para abrir otra de la que aún no se tiene llave. Decir basta y marchar voluntariamente y/o por necesidad. Hay numerosas razones ahora en Linares para decidirlo, aunque la más importante es la falta de trabajo, de oportunidades para prosperar en la vida.

El pasado año 1.446 personas decidieron salir de la ciudad hacia otros lugares, principalmente del resto de la comunidad autónoma andaluza, según los datos del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía que se puede consultar en su página web.

De ese número, 717 fueron hombres y 749 mujeres. El destino de 817 de ellos fue otra provincia andaluza, mientras que 507 se marcharon al resto del Estado. Solo 112 lo hicieron al extranjero. Emigrar no significa la baja del padrón municipal ni tampoco que sean naturales de Linares. Algunos son residentes de otros puntos que regresan a su tierra o que se van temporalmente por un empleo u otros motivos.

Lo curioso de los datos es que son similares a los de otros ejercicios en la última década. Así, en 2011, año del cierre de Santana Motor que provocó el despido de cientos de trabajadores, salieron de Linares 1.418 personas, frente a las 1.375, por ejemplo, de 2020, año en el que la movilidad estaba más complicada debido a la pandemia. En 2018, se produjo el mayor éxodo con 1.596 personas.

Bien es cierto que esta estadística contrasta con los años previos al cese de actividad en la automovilística y sus industrias auxiliares. De este modo, en 2001, dejaron atrás Linares 928 personas, mientras que diez años antes la cifra fue de 571.

Muchos de ellos se consideran nuevos exiliados, debido a la precaria situación del mercado laboral no solo de la ciudad, sino del todo el país. No en vano, los emigrantes económicos vuelven a ser una realidad en España (lo fueron durante todo el siglo XX y dejaron de serlo a finales de los ochenta). Nadie lo hubiera creído antes de la crisis del ladrillo.

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